Los demonios del escritor

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Los demonios del escritorTenemos que reconocer una cosa: la profesión de escritor no es fácil. Tiene una buena cantidad de demonios que rondan y se hacen fuertes junto a él, y es necesario luchar contra ellos continuamente para no dejar que nos dominen. Pongo aquí siete que he ido recogiendo, pero invito a quien quiera a añadir los que vea conveniente.

  1. Incomprensión: el escritor se va a encontrar con que mucha gente piensa que su trabajo no tiene valor, que se trata sólo de un pasatiempo. O se va a encontrar a quienes piensan que escribir un libro y conseguir publicarlo implica ganar dinero a espuertas. O a quienes piensan que debería regalar los libros. Tanto unos como otros van a mostrar al escritor que poca gente entiende y valora lo que supone escribir. El tiempo que lleva, los esfuerzos que hay que dedicarle… que es un trabajo, en definitiva.
  2. Dudas: ¿De verdad sirvo para esto? ¿Lo que escribo es algo más que bazofia? En este caso es muy bueno tener cerca a alguien especial que crea en ti. En mi caso es mi mujer. Ella lee mis artículos y mis libros y me da una opinión sincera. Por lo general, le gusta lo que escribo, lo que me anima a continuar, sobre todo porque soy muy crítico conmigo mismo.
  3. La tentación de querer un bestseller rápido: eso te llevaría a escribir lo que al gran público le guste en lugar de lo que a ti te guste. Prostituirías tu arte. Y, por tanto, tu alma. Todo lleva su tiempo. Tú hazlo lo mejor que puedas. Busca hacer la mejor novela que seas capaz de escribir.
  4. Los cantos de sirena: sí, a todos nos gusta saber de casos de éxito. Que si no sé quién rechazó las editoriales tradicionales, autoeditó y ahora es un escritor de éxito. Que si no sé qué otro empezó a poner en Facebook fragmentos de su libro y empezaron a lloverle seguidores. Sí, pueden motivarte estas historias. Pero también te pueden hacer pensar que, si haces lo mismo, tendrás el mismo resultado, y no es cierto. Lo que falta siempre es que alguien cuente, por cada uno que tiene éxito, cuántos se quedan en el camino. ¿Hay que ser, por tanto, pesimista? No, en absoluto. El pesimismo es tan malo como un optimismo desmedido. Hay que ser realista. Creer en tu obra y luchar por ella. Pero esas tonterías de que el universo conspirará a tu favor o que con sólo creer que puedes conseguir algo ya, mágicamente, ocurrirá, mejor dejarlas para elementos tipo Paulo Coelho y similares.
  5. El encasillamiento forzado: has escrito un tipo de historia. Ha gustado. Y ahora piensas que mejor sólo escribes ese tipo de historias para no arriesgarte a perder público. ¡Enhorabuena, te has encasillado! Una cosa es escribir, por ejemplo, fantasía porque es lo que te gusta y sobre lo que quieres escribir, y otra muy diferente es escribir fantasía porque piensas que si escribes otra cosa tus lectores te abandonarán. Tienes que escribir lo que te apasione.
  6. La procrastinación: hoy no se me ocurre nada, mañana me pongo. Y el mañana se convierte en el pasado mañana. Y así sigue. Según mi experiencia, cuanto más tiempo estás sin escribir, más cuesta después ponerse a ello. Eso incluye el famoso bloqueo del escritor. Para mí, lo mejor es ponerse un mínimo de palabras a escribir todos los días. Y, en la medida de lo posible, cumplirlo y rebasarlo. No dejes para mañana lo que puedas escribir hoy.
  7. Creer que, una vez publicada la novela, se acabó tu trabajo: el hecho es que el libro, para venderse, depende de ti y de conseguir que tus lectores se apasionen con tu historia de tal forma que quieran recomendársela a otros. Olvídate de la publicidad de la editorial, si tienes editorial, porque prácticamente no va a haber. Cuida tu novela mientras la escribes y sigue cuidándola después.

¡Ánimo y a escribir!

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.