Obediencia

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Mediante la obediencia renunciamos a imponer nuestra voluntad, dejando que sea Dios, en primer término, quien nos guíe en la vida, de la misma manera en la que el Hijo hizo en todo la voluntad del Padre, incluso en Getsemaní.

Implica el discernimiento de lo que quiere Dios en nuestra vida. Para los religiosos, eso se traduce en obediencia al Superior de la orden, al obispo, etc. Pero, ¿para los matrimonios?

No ser religioso no excluye del discernimiento en nuestra vida. Eso es válido para todos los bautizados. La oración, la escucha de la Palabra de Dios, frecuentar los sacramentos es el alimento para el alma, es el contacto constante con el amigo que nunca falla. También debemos escuchar a nuestros pastores, conocen los problemas de la gente mucho mejor de lo que se suele pensar. La carta a los hebreos indica que hay que ser obediente y dócil a los pastores de la Iglesia (Hb 13, 17) y que hay que considerarlos con respeto y afecto (1 Ts 5, 12-13).

Para los que tenemos director espiritual, también sería conveniente obedecerle. Si no, no tiene ningún sentido tenerlo. Si buscas a alguien para que te ayude a progresar espiritualmente y no le haces caso, poco progresarás.

Y, para el caso de los matrimonios, la voluntad de uno de los dos cónyuges no tiene que imponerse a la del otro. Las decisiones se tienen que tomar entre los dos, y luego ser fiel a esa decisión. Eso también es obediencia. Y, como amar es servir, servicio a los demás y, muy especialmente a aquella persona que Dios ha puesto en nuestro camino para ayudarnos a llegar a la santidad. No podemos ver en ella a alguien a quien imponerle nuestros puntos de vista, sino al mismo Cristo. La clave de todo, incluyendo a los mismos consejos evangélicos, es el amor. En esa palabra se resume todo. Ya resumió el mismo Jesús toda la Ley en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.