Que las musas te encuentren trabajando

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Que las musas te encuentren trabajandoEso dijo Picasso. Y no es que me apasione la obra ni la vida de ese hombre, pero en esto tengo que estar de acuerdo con él.

No es infrecuente que, al hablar de escribir, los propios escritores lo mostremos como un producto de la inspiración. Como si realmente un buen día viniera un puñado de musas a bailotear alrededor del susodicho y a susurrarle lo siguiente que tiene que ir escribiendo.

Bien, esto a veces sucede. No lo de las musas bailoteando, sino lo de que te pongas a escribir y todo salga totalmente fluido, como si realmente todo ya estuviera escrito y te lo estuvieran dictando. Hay que reconocer que da gusto que esto ocurra. También hay que reconocer que no tiene por qué ser lo más frecuente.

Baudelaire dijo que “la inspiración es trabajar todos los días“. Stephen King y Brent Weeks, entre otros muchos, coinciden en este punto. Lo más importante es escribir todos los días. Sea lo que sea, pero escribir. A las musas, por lo general, hay que echarlas una manita. O, al menos, hay que dejarles claro que, si quieren venir, estarás ahí, delante del ordenador, tecleando. Si quieren intervenir, estupendo. Si no, pues se sigue adelante sin ellas. Ellas se lo pierden.

Mi experiencia (y recalco que toda esta entrada sólo habla de mi experiencia) es que el síndrome del folio en blanco se quita escribiendo. Esperando no se consigue nada más que irlo dejando. Es preferible escribir. Aunque sea una auténtica chapuza. Pero, al menos, no te oxidas en la espera. Tratar de escribir siempre un mínimo de palabras es uno de los consejos más valiosos que me han dado. Cada cual según sus posibilidades, pero buscar siempre ese mínimo. El mío empezó siendo de 250 palabras. Ahora es de 400. No es gran cosa, pero es algo asequible para mis circunstancias. Y lo noto. Cuando, por lo que sea, llevo una temporada sin escribir, luego me cuesta horrores volver a ponerme a ello. En cambio, si me acostumbro a escribir habitualmente, todo resulta mucho más natural. Puede que al principio los textos salgan forzados. Bueno, es un proceso. Pero según voy avanzando y perseverando, las musas vienen. Se acostumbran a estar cerca, por si acaso. Y yo sé que no están lejos, que están esperándome.

Y si el síndrome de la hoja en blanco no se quita aunque nos empeñemos en seguir escribiendo, una buena opción es atacar el problema de diferente manera. Si la cosa no se soluciona escribiendo, puede ser interesante dar un pequeño rodeo, plantearse por qué en este momento no consigo avanzar y solucionarlo. Pero, desde luego, no esperando a ver si una musa viene y me escribe la novela, el artículo o la entrada en el blog.

En fin, quizá todo esto se pueda resumir en aquella antigua máxima: “la mejor defensa es un buen ataque“. Y escribir, aunque lo lleves dentro, aunque te apasione, es una batalla a luchar en cada escrito.

 

 

 

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Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.