Mirando el inmaculado sustento
frente a mí, en esta iglesia arrodillado,
luz tenue y de silencio rodeado,
mi alma en paz por el divino alimento.
¡De no haberte escuchado me arrepiento!,
grita mi corazón enamorado.
Mas Tu Corazón al mío ha hablado,
mi espíritu se llena de contento.
El mundo fuera se ve sucio, triste;
pero aquí, en el interior, todo brilla.
Tú la luz del Cielo para mí abriste.
Escondido en esta oscura capilla,
mi Señor Jesús, la esperanza diste
a este sencillo fragmento de arcilla.