En alrededor de dos semanas, ha pasado de estar en la UCI, gravemente afectada por el incendio que acabó con la vida de su madre y casi con la suya, a estar en planta y poder recibir visitas. Quienes la han visto (yo todavía no he podido) dicen que se la ve con ganas de vivir, de volver a la Adoración Perpetua, con ilusión. Y convencida de haber vivido un milagro. No en vano, había mucha gente rezando por ella. Y sigue habiéndola.
Es una persona que está en todos los ajos en la parroquia. Catequista, en el Consejo Pastoral, en la Cofradía, coordinadora de turno en la Adoración Perpetua… Y eso no la hace soberbia. En absoluto. Todos sabemos que hay quienes, en esa situación, actúan como si les debieras algo, como si la parroquia les perteneciera. Ángela no es así. Al contrario. Siempre está dispuesta a ayudar sin pedir nada a cambio. Siempre sirviendo al Señor y a los demás como mejor sabe, en tantas distintas facetas de la parroquia.
Ángela es una de esas personas que actúan un poco como motores de los demás. Ves que va cogiendo impulso y te lanzas para ir detrás porque ya hay alguien dispuesto a avanzar. Como ejemplo, fue y sigue siendo una de las grandes impulsoras de la Adoración Perpetua. A la vista está el resultado.
Si lees esto, Ángela, sólo quiero darte las gracias y desearte una rápida y total recuperación. Y que aproveches para descansar un poco, que a veces hace falta.