Apreciar las pequeñas cosas

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Este artículo fue publicado en la revista Icono de la editorial Perpetuo Socorro, año 109, número 2, de Febrero de 2008. Está sacado de mi libro La Escala de la Felicidad.

Apreciar las pequeñas cosas

No estamos acostumbrados a apreciar lo que tenemos a nuestro alrededor, esas pequeñas cosas que conforman nuestra realidad diaria. Hacemos multitud de tareas de forma automática, sin pensar siquiera en lo que hacemos. Y no vemos que, sin esas pequeñas (y no tan pequeñas) cosas, nuestra vida no sería la misma.

Sólo nos damos cuenta de lo que tenemos cuando lo perdemos.

Sólo apreciamos el alimento que tomamos cuando nos falta.

Sólo apreciamos el olor de las rosas cuando reina la podredumbre.

Sólo apreciamos la luz que baña nuestra mirada cuando no podemos ver.

Sólo apreciamos el canto de los pájaros cuando no podemos oír.

Sólo apreciamos la salud cuando estamos enfermos.

Sólo apreciamos a quien tenemos al lado cuando se va.

Sólo apreciamos la vida cuando nos acercamos a la muerte.

Sólo apreciamos una caricia cuando nadie nos la quiere dar.

Sólo apreciamos una palabra cuando nadie nos quiere hablar.

Cada ser, cada momento, es único. Cada segundo ocurren cosas maravillosas que ni siquiera nos molestamos en apreciar: la luz de la mañana, una mirada, una suave fragancia, alguien que te saluda y te ofrece una sonrisa, una luna llena… Todo es digno de ser apreciado y de hacer que los demás puedan apreciarlo. Si no te ofrecen una sonrisa, ofrécela tú. Si te dan tinieblas, lleva luz. Si desconocen el canto de los pájaros, enséñaselo.

No permitas la indiferencia hacia todo lo maravilloso que constituye la vida. Aprécialo y enseña a apreciarlo con el ejemplo, y nuestra vida será mucho más rica, feliz y agradecida hacia todo lo que se nos da sin que reparemos en ello, y eso hará que seamos capaces de meternos en la piel de quienes no lo tienen.

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.