Lee la vida de Cristo y ora con ella

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Libro Por tu salvación: una vida de Cristo¡Hoy te traigo una gran noticia!

Y esa noticia es la publicación de un nuevo libro. Propuesto, además, por uno de los suscriptores de mi lista de correo, con el que tuve una amable conversación y me animó a escribir una vida de Cristo. Algo para lo que no me sentía ni me siento capacitado en absoluto, pero que indudablemente me atraía.

Dejé la idea madurar y, al final, decidí lanzarme con la base de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española y de la concordancia de los Evangelios. Partí de la promesa a Adán y a Eva de un salvador, porque me parecía importante ese comienzo, en el que, a pesar del pecado, Dios muestra su inmensa misericordia. Y el recorrido finaliza en la ascensión, dejando ya a su Iglesia con la tarea de llevar la Buena Noticia a todo el mundo.

No se trata de una novela, sino más bien de una concordancia de los Evangelios con añadidos plausibles, con algunas elipsis para no resultar demasiado repetitivo, y con el ánimo de que, al leerlo, nos sea más fácil encontrarnos con Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios, y nos acerquemos más a Él y al sentido profundo de su vida, sacrificio y resurrección.

De momento, como suele ser habitual, lo tengo publicado solo en formato eBook Kindle. En el menor tiempo posible, espero poder avisar de su publicación en tapa blanda.

Gracias, Sergio, por darme la idea.

La formación en la fe es importante

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Formación en la feEl otro día leí en la cuenta de uno de esos influencers católicos que la carcajada de un niño hace temblar a los expertos en teología.

Vaya solemne tontería.

¿Benedicto XVI, por ejemplo, temblando por la carcajada de un niño? Seguramente se habría echado a reír el también. Porque la infancia espiritual no implica el desconocimiento ni la ignorancia. No es una excusa para no formarse en la fe, que parece ser la conclusión obvia de tan desafortunada frase.

Cuando queremos o admiramos a alguien buscamos conocerle, saber lo máximo de esa persona. Es curioso que eso, que podemos ver en algo tan sencillo como la admiración por un deportista, cuando nos referimos a Dios lo dejamos aparte. De repente, ya no es importante conocerlo, profundizar en la doctrina que enseña la Iglesia. ¿Que san Pedro dijo que tenemos que estar preparados para dar razón de nuestra fe? Ni caso. Lo que hay que hacer es ser lo más ignorante posible.

Que no, que esto no funciona así. El amor impulsa a conocer al amado, y eso no está reñido con la infancia espiritual; al contrario, la supone, porque implica fe, confianza en Dios y en su Iglesia, maravillarse de esa doctrina, esa sabiduría que se ha ido construyendo a lo largo de los siglos de rodillas, con la fe y la razón.

Pero claro, ¿qué es mejor para conseguir seguidores, decirles que formarse en su fe es bueno, un importante esfuerzo ascético, o decirles “tú solo tienes que sonreír y no hacer preguntas”?

Vamos al mínimo esfuerzo, y hacerse preguntas lleva a buscar respuestas. Siempre será más fácil quedarse en una especie de fe infantiloide, sin la más mínima madurez, que conocer lo que se dice creer.

En fin, así son algunos de los que evangelizan las redes. Gracias a Dios hay otros mucho mejores.

Te animo a hacerte preguntas, a profundizar al máximo de tus posibilidades en el misterio divino, en la fe de la Iglesia.

Y a sospechar de quien quiera mantenerte ignorante, con el cerebro apagado.

Ama a Cristo. Ama a la Iglesia. Conócelos. Fórmate y ora mucho.

 

Descubre mis libros de vida católica

¿Cristianos ñoños? ¡No, gracias!

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Cristiano guerrero y luchadorVamos a ver: tenemos una fe por la que han muerto millones de mártires. Por la que siguen muriendo, de hecho.

Una fe llamada a cambiar el mundo, a ser sal y luz. A ser la levadura que hacer crecer la masa.

Y hay quienes parece que la reducen a una especie de oso de peluche, bien blandito, al que abrazarse para sentirse cómodo y a gusto.

Venden una fe tan dulzona que es empalagosa, infantiloide hasta la médula, basada en sentimentalismos que solo sirven para tener un pico de emotividad y llamarlo «acción del Espíritu». Una fe que te dice lo maravilloso que es todo, que no hay que quejarse nunca… Algo que suelen decirlo los que tienen la vida resuelta. Yo no recuerdo que Jesús en ninguna parte le dijera a los ciegos y paralíticos que acudían a Él que no se quejaran. Al contrario, se compadecía de ellos, es decir, los acompañaba en su dolor, y los curaba. Pero este de las quejas y la gratitud es tema para otro artículo.

Nos encontramos con dibujos de Jesús, la Virgen y los santos infantilones, caricaturescos, ridículos, que no pueden de ninguna manera reflejar al Jesús que es verdadero hombre y verdadero Dios; que abrazó y curó, pero también echó a latigazos a los mercaderes del templo y se enfrentó a los fariseos; que se dio como alimento y como cordero de Dios para salvarnos por su sangre, pero que venció a la muerte y resucitó glorioso.

Lo mismo se puede decir de ciertas musiquillas pachangueras más pensadas para bailar o provocar un subidón emotivo que para elevar el espíritu al misterio divino.

El cristiano ha nacido para la lucha, y eso se olvida convenientemente.

La fe cristiana no es para cobardes que solo quieren peleas de almohadas en lugar de duras batallas espirituales.

No es para quienes se asustan si el César de turno va contra el cristianismo. ¡Ni siquiera si todo el mundo va en su contra!

Estamos aquí para hacer que crezca el Reino de Dios. Primero, en nosotros mismos, para lo que inevitablemente tenemos que afrontar todo tipo de batallas espirituales. Pero también en el mundo, siendo coherentes, no escondiéndonos, no siendo blanditos ocultando nuestra fe.

Dando testimonio y razón de ella.

Siguiendo adelante fieles a Cristo y a la Iglesia pase lo que pase.

¿Ñoños? ¿Qué tiene de ñoña una fe en la que hay que luchar constantemente?

¡Es una fe épica, inmersa en la batalla entre el bien y el mal.

Si somos cristianos de verdad, cambiaremos el mundo. ¡Levántate y vive tu fe sin miedo!

Maneras sencillas de apoyar a un autor

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Cómo ayudar a un autor independiente

Hace unos días, gracias a una agradable conversación por correo electrónico, me di cuenta de que sería una muy buena idea dar opciones concretas para apoyar a tu autor favorito. A ser posible a mí, pero también a cualquier otro.

Son puntos muy sencillos, pero en los que a veces no caemos. Y son válidos para autores de cualquier género literario.

  • El primero de todos es el más evidente: compra sus libros. No podía ser de otra manera, al final esa es la principal forma de decirle a un autor que su obra nos importa.
  • Algo también muy sencillo: si te ha gustado el libro, deja una valoración en la tienda en la que lo hayas comprado, en goodreads o directamente en Amazon. Eso forma parte de lo que se llama prueba social, es decir, mostrar a los demás que ese libro en cuestión le gusta a alguien más que al propio autor (aunque hay algunos que se ponen cinco estrellas ellos solos en sus propios libros, de todo tiene que haber). Que otras personas lo han disfrutado. Todos o casi todos miramos las reseñas al ir a comprar cualquier cosa, también un libro. Con una valoración positiva puedes hacer que ese libro se difunda más fácilmente.
  • En la misma línea que el punto anterior está hablar del libro (y del autor) con amigos, familiares, conocidos… Con cualquiera al que le pueda interesar. A mí me pasa con Brent Weeks, que lo saco a colación en cuanto tengo oportunidad (como acabo de hacer ahora mismo )😄. Escribir sobre él en tu blog y poner un enlace a la web del autor en él, si lo tienes.
  • También puedes compartir fotos con su libro en redes sociales, etiquetándole para que se entere de que estamos disfrutando de su libro. O lo que comparta él en redes sociales.
  • Suscríbete a su lista de correo. Abre sus correos, muéstrale interés. Además, así estarás al tanto de todas sus novedades.
  • Comunícate con él. Dile cómo su libro te ha ayudado, lo que te ha gustado, cómo disfrutas de su mundo… Los autores también tenemos nuestro corazoncito y nos gusta que nos digan ese tipo de cosas.
  • Si tiene tienda desde la que venda productos relacionados con sus libros, compra en ella. Por cierto, yo sí la tengo. Y la puedes visitar aquí. Que no falte el momento publicitario. 😉
  • Apóyalo como mecenas si tiene un Patreon o un proyecto de micromecenazgo, si tienes posibilidad. Por cierto, yo tengo dos, uno para mis proyectos de vida espiritual y otro para mis proyectos de ficción. Un nuevo momento publicitario. 😁

Estas son algunas de las formas de apoyar a un autor. Espero que te ayuden a echar una mano a esas personas que dedican (dedicamos) tantísimo esfuerzo a crear historias, ensayos, etc.

Frustraciones de autónomo y una buena noticia

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Libros dedicados en tapa blanda y tapa duraAmazon, si un libro en formato kindle tiene un precio inferior a 2.69 €, solo te da como regalías el 35 %. Eso es así. Si tiene un precio superior (hasta los 9.99 €, si mal no recuerdo), las regalías son del 70 %, eso sí, descontando una cierta cantidad en concepto de entrega según el tamaño.

Ese es uno de los motivos por el que tuve una idea: ¿y si los vendía por mi cuenta desde mi propia web? Así, salvo por las comisiones de las plataformas de pago y los impuestos, nuestros queridos impuestos, el resto serían beneficios que me ayudarían a afianzar mi carrera como escritor y a acercarme a mi sueño de mantener a mi familia con mis libros.

Además, no deja de aportar una mayor cercanía con los lectores que estos puedan comprarle los libros directamente al autor. Al menos es lo que pienso. Por mi parte, estaría encantado de comprárselos a mis autores favoritos.

Me puse a estudiar cómo montar la tienda online y, cuando más o menos ya tenía la idea de cómo organizarlo todo y había consultado a mi asesoría algunos temas al respecto, llegó el momento de contratar el famoso asunto de los textos y la adaptación al RGPD, Reglamento General de Protección de Datos. Porque, claro, con la tienda iban a pasar por mi web más datos de los que pasaban sin tienda, y quiero tenerlo todo perfectamente legal.

Entonces, me encontré con uno de esos problemas de todo autónomo en España: las leyes parecen hechas para dificultarte las cosas sin ningún sentido.

Si alguien compra un libro en formato ePub, lo lógico sería que la factura le llegase de manera electrónica, ¿verdad?

¿A que sí?

Muy bien, pues la ley establece que, si el usuario no ha aceptado de forma voluntaria e inequívoca que se le envíe la factura de esa manera, hay que enviársela sin ningún coste adicional en formato físico.

Es decir, que si alguien me compra un libro del que saco 0.50 €, me tengo que gastar más de un euro (entre la impresión, el papel, el sobre y el envío) en mandarle una factura en papel.

Lógico. Logiquísimo, no veas. Tan lógico que me revienta la cabeza.

Y sé que otros «pasan» de hacer la pregunta y mandan la factura directamente digital (que, por otra parte, es lo que de verdad es lógico), pero yo quiero hacer las cosas bien. Ya no solo por el hecho de que estén bien hechas, sino para evitarme problemas. Con lo que lo de vender libros electrónicos y audiolibros desde mi web de forma directa, no va a poder ser.

No te voy a negar que esto me supuso un auténtico mazazo. A veces uno llega a estar un poco harto de encontrarse dificultades, pero lo que importa es volverse a levantar. Y eso hice, una vez más. ¿No puedo vender los libros digitales desde mi web? De acuerdo, no los vendo desde mi web. Pero voy a poner los enlaces a lugares fiables que dan más regalías que Amazon desde los que también se pueden comprar esos libros.

Es más, ya que estamos, pondré también enlaces a mis productos de Zazzle.

Y lo que sí venderé desde mi tienda serán libros físicos, dedicados personalmente, con un empaquetado bien cuidado. Que sea una experiencia mucho mejor que comprarlo en Amazon.

De momento, comenzaré con unos pocos libros de los que tengo algunos ejemplares. Si la cosa va funcionando, me haré con más existencias de mis libros para servir los pedidos cuanto antes.

¿Quieres ver cómo ha quedado mi tienda? Accede pulsando aquí.

Y, si eres autónomo, ¡ánimo! Tenemos todo en contra, pero podemos con ello.

El rosario misterioso que vino del mar

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El rosario misterioso que vino del marHace unas semanas estuve con la familia disfrutando de unos días de vacaciones en Santander. A pesar de las predicciones del tiempo, pudimos ir a la playa todos los días.

El mar me resulta sorprendentemente tranquilizador. No sé si por el sonido del agua, porque en mi día a día no lo puedo disfrutar, porque a lo lejos solo se ve agua y más agua que se junta con el cielo en la línea del horizonte…

Además, en esta ocasión llevaba en mente el problema de mis libros y de que no parece avanzar mi proyecto para conseguir mantener a mi familia con ellos. Por lo general, les gustan a quienes los leen, pero no son muchos los que se deciden a comprarlos.

Pues bien, estaba con mi hijo mayor en la playa y en estas que ve algo en el agua. Como una especie de cadena o algo así. Lo echa mano y saca un rosario bastante grande con dos medallas de san Benito (una de ellas en el crucifijo) y en un estado muy bueno. No tenía nada roto ni desgastado, solo el color un poco en tres de las cuentas. Por lo demás, en perfectas condiciones.

¿Qué probabilidades había de que, con lo enorme que es el mar, ese rosario no solo llegara precisamente a nuestras manos, sino que lo hiciera en buenas condiciones y justo cuando estaba yo con esas dudas?

¡Quién sabe de dónde vino! Es bastante grande, demasiado para llevarlo de forma normal. Mucho menos en la playa.

¿Se le cayó a alguien que iba en algún barco? ¿Formaba parte del contenido de un contenedor que transportaba mercancía, pero, por lo que fuera, se abrió y perdió al menos parte de lo que llevaba?

Nunca lo sabré.

Lo que sí sé es que ahí está el rosario. Que lo tengo colgado de tal manera que lo veo todos los días cuando me pongo a escribir.

Por cierto, curiosamente ya tenía una cruz con la medalla de san Benito, una cruz que siempre me ha gustado y a la que tengo mucha devoción. Pues el rosario misterioso venido del mar tiene ese mismo tipo de cruz.

Yo sigo adelante. Creo que escribir es mi vocación y que con mis libros puedo ayudar a los demás. No solo con los de vida católica, que serían los más evidentes, sino también con los de ficción. Quizá ese sea el mensaje del rosario del mar: si él pudo llegar hasta mis manos, si Dios quiere yo también podré llegar al objetivo de mantener a mi familia haciendo lo que de verdad me llena.

¿Tú qué opinas?

La ficción influye más de lo que crees

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Un libro, un universoMientras leía la trilogía de «El ángel de la noche» de mi admirado Brent Weeks había algunas escenas que se me quedaban grabadas en la mente. Todavía ocurre cuando la releo (todos los años lo suelo hacer al menos una vez).

Una de ellas es, a grandes rasgos, la siguiente. Ojo, que hay spoilers: Kylar, el protagonista, aprendiz de Durzo Blint, está en el prostíbulo de Mamá K, que le está ayudando con su educación. De hecho, si mal no recuerdo, está discutiendo con ella mientras la madame prepara a una chica para empezar con su «trabajo». Se la ofrece a Kylar, él rechaza usar así a la mujer y entonces llega el primer cliente, al que Weeks describe de tal manera que provoca asco y desprecio hacia quienes utilizan de esa manera a las mujeres.

Sí, podría haber dado una argumentación sobre por qué está mal. Pero ¿no queda más claro, no se interioriza mejor de esta otra manera?

Las palabras pueden convencer, pero el ejemplo arrastra. Y, mediante la ficción, los lectores recibimos todo tipo de ejemplos.

Recuerdo otra escena en la que cierto personaje, que antes era un asesino hasta que cambió de vida y se convirtió al Dios único, siente el deseo de acabar con alguien que ha entrado en su casa, pero no lo hace y se alegra al darse cuenta de que de verdad ha cambiado. Lo que para quienes lo rodeaban era una derrota, para él era una victoria. Se había vencido a sí mismo.

Y así una y otra vez. Ejemplos de honor, de lealtad, de lucha por lo correcto

Ejemplos que pueden arrastrar.

Nunca olvidaré la vez que alguien me dijo que no tenía tiempo para la ficción, que se centraba en la realidad. ¡Como si con la ficción no se conformara la realidad! ¡Como si estuvieran completamente desligadas!

Toda estrategia de propaganda lleva ligadas formas de ficción. ¿O los gobiernos y las distintas ideologías no recurren a novelas y hasta a cuentos para niños, a películas y series, para ir implantando la semilla de sus ideas en el público?

La ficción es muy poderosa y es un grave error dejarla de lado asumiendo que no influye en la sociedad. ¿Acaso El Código da Vinci no influyó?

Como lectores, tenemos la responsabilidad de elegir bien nuestras lecturas.

Como escritores, tenemos la responsabilidad de aportar algo bueno con nuestras obras.

No es poca cosa, ¿no te parece?

Cuéntame si algún libro te ha influido. Centrémonos en los que lo han hecho para bien, si te parece. El bien y la esperanza son mucho mayores que el mal.

¿Qué es orar? ¿Qué es la oración en realidad?

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Hablar con Dios

Orar es hablar con Dios. Ya está, podemos dar por terminada la entrada.

Al menos, esa es la respuesta más habitual que se le da a esa pregunta. Muchas veces te encontrarás con catequistas y sacerdotes que te dirán eso y no pasarán de ahí.

Quizá no sea más que una simple forma de resumir la realidad, de hacerla más digerible, más fácil de recordar. Al fin y al cabo, hablar con alguien es un acto muy cotidiano.

Es más, la relación con Dios tiene que basarse en el amor. En la Biblia, la mayor carta de amor jamás escrita, Dios hace referencia una y otra vez a la relación entre su pueblo y Él mediante el lenguaje conyugal. Y, por tanto, apartarse de Él es prostituirse y ser adúltero.

Y ¿qué noviazgo o matrimonio saldría adelante sin el simple acto de hablar, del encuentro para compartir las experiencias e inquietudes de la pareja?

Sin comunicación, cualquier relación se va marchitando hasta que desaparece.

¿Qué es la oración? Hombre rezando

De hablar a una relación consciente

La mejor definición que he visto de oración es: la relación consciente con Dios.

Es una definición que va mucho más allá que el clásico «hablar con Dios», pero que la incluye de una manera perfecta y armónica.

¿Qué ocurriría si pretendiéramos mantener un noviazgo solo a base de monólogos? ¿Si los momentos de silencio entre los novios fueran incómodos?

Está claro que ahí fallaría algo.

Porque no se trata solo de hablar, sino de compartir la vida.

Orar no es solo hablar con Dios. También es escucharle. Y, para eso, hace falta callarse. Dejar de hablar para prestar atención. Dos personas que hablan a la vez es muy difícil que lleguen a entenderse, ¿verdad?

¡Estamos ante el Señor del universo! ¿En serio solo vamos a hablar y hablar? ¿No tenemos interés en lo que nos quiera decir?

En cualquier relación, los momentos de silencio son fundamentales. Momentos en los que simplemente estar junto a la persona amada, disfrutando de su presencia junto a ti.

Eso también es cierto para la relación con Dios. Y sí, también es oración.

Igual que es oración tenerle presente en nuestros actos cotidianos, de la misma manera que el enamorado recuerda cada dos por tres a su novia, a su mujer. Esto alimenta la relación entre ambos, porque hace que todo nuestro ser apunte en la dirección de la persona amada.

Los enamorados releen las cartas que se han mandado. Miran con afecto la foto de su pareja. Recuerdan los regalos que se han ido haciendo.

Podemos leer la Biblia, pero no como si fuera un simple libro, sino buscando lo que Dios nos quiere decir en cada momento con lo que estamos leyendo.

Podemos elevar nuestro espíritu para dar gracias o simplemente saludar al Señor cuando vemos un crucifijo o una estampa. Podemos rememorar y dar gracias por todo lo bueno que Dios nos da. Y, por supuesto, pedir perdón por todo lo malo que hemos hecho, que eso también es oración, es relación consciente con ese Dios que nos ama y al que amamos.

La oración es un privilegio

Piénsalo bien: podemos relacionarnos con quien creó todo el universo y lo mantiene en la existencia, incluyéndonos a cada uno de nosotros.

Si pudiéramos estrechar la mano y ya no digamos hablar un rato con esa persona a la que tanto admiramos, nos sentiríamos emocionados y afortunados.

Sin embargo, la relación con Dios no la vemos así (hablo en general, por supuesto). Nos hemos acostumbrado a Él y no nos damos cuenta de la inmensa grandeza y misericordia que muestra el que Dios nos ame tanto que quiera que nos encontremos con Él. Que le demos la mano y compartamos alegrías y tristezas con Él.

Cambiemos de raíz esa visión que tenemos de la oración. Salgamos del simple «hablar» para vivir el privilegio y la alegría de la relación. Así, la oración se hará vida, y la vida, oración.

Los 7 sacramentos en 7 contemplaciones

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Perdón y justicia, dos elementos que se implican

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Este artículo ha sido publicado en el número 67 de la revista Punto de Encuentro, de la Obra Social de Acogida y Desarrollo. El hilo conductor de este número ha sido el de la justicia y el perdón.

Perdón y justicia, dos elementos que se implican

Sacramento de la PenitenciaAlrededor del perdón y la justicia suelen darse grandes malentendidos. Particularmente, la idea de que ambos son excluyentes.

Partamos del perdón. Porque nadie dijo nunca que perdonar fuera fácil. Seguro que a Jesús no le resultó sencillo pedirle al Padre que perdonara a los que lo habían torturado, clavado en la cruz y, después de todo eso, continuaban insultándolo.

Puede incluso resultar una tarea titánica en ocasiones. Nuestra mente nos juega malas pasadas y nos vuelve a poner delante lo que tal o cual persona nos hizo. Nos volvemos a sentir como en ese momento, con la misma vulnerabilidad, y no conseguimos avanzar. Puede que incluso lleguemos a necesitar ayuda profesional para lograr liberarnos de estos pensamientos repetitivos. No solemos prestarle la debida atención a la salud mental, a pesar de su importancia.

Sin embargo, el perdón es vital para poder seguir adelante. Y empieza queriendo perdonar. Si queremos perdonar a quien nos ha hecho sufrir, ya hemos dado un paso enorme.

El perdón libera, saca de uno ese apego a la ira y al rencor que, en el fondo de su ser, le irían minando y acabando con él. No nos engañemos, a veces cuesta. A veces incluso dudamos de hasta qué punto hemos dado nuestro perdón de verdad.

Perdonar es querer quitarse el lastre del rencor, que no tiene ninguna utilidad y solo sirve para aplastarnos, y remontar el vuelo del amor incluso a los enemigos.

Un punto importante, muy importante, y sobre el que se suele estar muy equivocado, es que perdonar no significa olvidar. ¿Cómo podría alguien olvidar una traición o cosas peores? ¿Cómo podría olvidarse una infidelidad, por ejemplo? No seamos simplistas, eso no puede ser, sencillamente. Perdonar no es eso. Es mejor aún, y más duro: ser capaz de seguir adelante sabiendo que eso ocurrió. Es desearle lo mejor a quien te hizo daño, por supuesto sin evadir las responsabilidades que pueda tener con la justicia. Y aquí nos encontramos con el punto en el que ambas se unen. Porque recordemos que una cosa es la culpa y otra la pena. El perdón nace del amor, pero el amor también exige la justicia. No hay amor sin justicia, como dijo san Juan Pablo II. De lo contrario, todo daría igual. No importaría ser víctima o verdugo. Es algo que repugna a la conciencia, a lo más profundo que llevamos dentro. Dios es justo. Deseamos justicia, que se restituya el orden roto por tantas manifestaciones del mal que se han dado a lo largo de la historia de la humanidad.

Al igual que el Padre «arroja nuestros pecados a lo hondo del mar» (Miq 7, 19) y no los vuelve a sacar de allí, una vez confesados, esos pecados quedan cubiertos por la misericordia divina. Olvidados, en el sentido de que ya no vamos a estar acusados de ellos ante Él. El Señor ya no los tiene en cuenta, es como si no existieran (cf. Is 43, 25).

Ese es el modelo de nuestra forma de perdonar: una vez que hemos decidido perdonar a alguien, dejar aquello por lo que le perdonamos enterrado, sin utilizarlo como arma arrojadiza.

También tenemos que usar la inteligencia y la prudencia. Por mucho que perdonemos a alguien, quizá sus actos nos estén enseñando una lección del tipo: es mejor que saque a esta persona de mi vida. Si vemos que nos está haciendo daño una y otra vez —no necesariamente físico—, según las circunstancias habrá que discernir cómo actuar. El perdón no excluye la prudencia de alejarnos de esa persona, por seguir con el mismo ejemplo.

Perdonar es tan importante que, además de repetírnoslo unas cuantas veces, Jesús nos dice: «Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda» (Mt 5, 23-24). Tenemos que reconciliarnos con nuestros hermanos antes de presentarnos ante Dios.

Al igual que el amor, no se trata de sentimientos, sino de decisiones de la voluntad. Decisiones difíciles, pero muy importantes. Si se tratara de sentimientos, sería facilísimo, ni siquiera dependería de nosotros. Pero no es así. Amar y perdonar van unidos de la mano. Decidimos amar incluso al enemigo y perdonar sin límite sin renunciar a la justicia.

Y, así crear un mundo nuevo.

Misericordia selectiva

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Sacramento de la PenitenciaEl sábado, en el rezo del Rosario antes de Misa, oí algo extraño. Al principio, no tenía muy claro qué era. Hasta que presté atención.

Había alguien que rezaba el Padrenuestro de una manera diferente. Añadiendo algo de su propia cosecha.

“Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Pero no a los que nos roban“.

De primeras, puede parecer algo incluso gracioso. Pero, en realidad, no lo es.

¿Qué habrá experimentado esa persona para no querer deshacerse de ese rencor? ¿Para asegurar que no va a perdonar a quien le ha robado nada menos que en la oración que Cristo nos dejó?

Es una reacción muy natural, muy humana. Perdonamos sin problemas todo lo que apenas nos afecte. Pero, cuando se trata de algo que nos ha hecho daño de verdad… Ya no es tan sencillo.

El Señor nos manda amar incluso a nuestros enemigos. Nos manda perdonar. O, de lo contrario, no seremos perdonados. Es así de radical. Tenemos que buscar ser santos como nuestro Padre es santo. Si Él perdona, nosotros tenemos que perdonar. Esa es la condición para que Él nos perdone.

No podemos añadir ese tipo de coletillas al Padrenuestro, porque sería como si Jesús nos dijera que nos perdonará, pero no si hablamos mal del prójimo. O si no ayudamos a quien nos necesita. O si somos egoístas.

¿Alguien se podría librar? Todos somos pecadores. Todos. Pero Jesús no hace algo así ni quiere que lo hagamos nosotros.

Ser cristiano no es fácil. Es un camino de amor. Y eso incluye el perdón (que recordemos que no está reñido con la justicia). Si tenemos un Dios que todo lo hace porque es eterna su misericordia, nuestro deber es seguir su ejemplo.

De lo contrario, no estaremos siguiendo el camino de Jesús, sino uno diferente.