Nuevos productos para vivir la Navidad

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He añadido a mi tienda Siempre renaciendo un montón de nuevos productos con tema navideño. Pero nada de Papá Noël ni cosas de esas. En Navidad celebramos el nacimiento de Cristo. Y eso es lo que encontrarás aquí.

Te muestro algunos de los productos. Puedes pulsar en ellos directamente para verlo en la tienda.

Nuevo mundo en construcción

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Ficción especulativaTe anuncio que estoy creando un nuevo mundo.

Así, como suena.

Y no es un mundo del que me vaya a ir después de un solo libro. Tengo planes para él. Planes ambiciosos.

Como ya sabrás, uno de mis géneros preferidos, si no el preferido, es la fantasía. Y sí, ya tengo varios libros de fantasía publicados. Pero me apetecía trabajar con un mundo completamente nuevo, con sus mapas (sí, me estoy haciendo mapas), sus culturas…

Este quiero que sea un mundo muy aprovechado. Con muchas historias. Con magia, héroes, villanos, batallas épicas… El bien contra el mal. Incluyendo la lucha interna que se da en cada individuo.

De momento, poco más puedo decir. Estoy escribiendo el primer libro que tendrá lugar en ese mundo, así que espero que en algún momento del primer tercio de 2024 pueda anunciar su lanzamiento.

Seguiré informando.

La zarza ardiente y la adoración eucarística (Pan de Vida)

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He comenzado una nueva andadura en la que colaboraré con el programa Pan de Vida de Radio Santa María, de la Adoración Eucarística Perpetua de Toledo, con un taller de adoración con la Palabra de Dios.

En el primer programa mi participación trataba sobre el episodio de la zarza ardiente, del que tanto se puede sacar para mejorar nuestra vida de adoración.

Por desgracia, en el tiempo del programa no pude acabar mi reflexión, pero la publico aquí íntegra, tal como estaba pensada. Espero que te ayude al encuentro con Dios.

Además, puedes ayudarme a continuar con mis proyectos de evangelización suscribiéndote a mi Patreon:

https://www.patreon.com/escuelaoracionyvida

Glorifica a Dios con tu vida

La fiesta de Todos los Santos

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Meditando el Santo Rosario: una guía para vivir los misterios de la fe

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Orando por los difuntos en Todos los SantosHoy celebramos la solemnidad de Todos los Santos. Esta fiesta tendría que ser un motivo de verdadera alegría y contemplación. Se trata, nada menos, que de la celebración de esa inmensa multitud que nadie puede contar y que está en la presencia de Dios. Cara a cara con Él. Santos canonizados o anónimos, da igual. Para Dios, el mismo valor tienen.

Si todos los santos existentes fueran solo los canonizados, algo habría fallado de manera estrepitosa en el plan de salvación de Dios. Pero no es así en absoluto. Y eso debe alimentar nuestra esperanza, porque todas esas personas no eran distintas en esencia a cualquiera de nosotros.

Todos los santos tienen un pasado. Todos los santos han sido pecadores. Mira, por ejemplo, a san Agustín de Hipona. O a san Ignacio de Loyola. No fueron seres perfectos, creados como estatuas de mármol puro. Eran sujetos como tú o como yo. Cada uno con sus debilidades y sus fortalezas.

Sin embargo, alguna diferencia tiene que haber. Y es obvia. Ellos se dejaron querer por Dios y correspondieron a ese Amor dejando su voluntad aparcada para cumplir la de Dios. No se encerraron en una actitud egoísta de recibir amor y seguir buscando su propia voluntad. No se acobardaron ante las dificultades y los cambios que se avecinaban. Dejaron a Dios ser el protagonista de sus vidas. Dejaron que la Gracia actuara en ellos.

Es una buena oportunidad para rezar con especial énfasis por nuestra conversión. Sí, necesitamos rezar por nosotros mismos, porque somos un auténtico desastre. Y, por supuesto, por los demás. Por la conversión de los que no conocen al Señor, quizá incluso creyendo que sí lo conocen. Por los cristianos perseguidos, para que el Señor les dé fortaleza.

En definitiva para que, un día, podamos encontrarnos junto a esa multitud inmensa que, continuamente, alaba al Señor en una plenitud que ni siquiera podemos imaginar.

Glorifica a Dios con tu vida.

Entrevista en Religión en Libertad

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Tengo el placer de compartir contigo la entrevista que me hizo Luis Javier Moxó para Religión en Libertad con motivo de la publicación de Los Hijos de la Luz, segunda entrega de Ex inferno:

IR A LA ENTREVISTA

¿Qué es participar en Misa?

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La participación en la Misa

Misa de domingo. Nos sentamos. El coro está ensayando a su modo. Y, de repente, una de sus integrantes se levanta, coge el micrófono y nos anima a cantar todos porque la Misa no es solo de ellos, sino de todos nosotros.

De un tiempo a esta parte da la sensación de que no está muy claro qué significa participar en Misa. Muchos lo entienden como que haya una persona para moniciones, un lector diferente para cada lectura, varios para las peticiones, multitud de canciones (si son bailables, mejor)… Apartar el silencio por completo de nuestras celebraciones. Que los fieles siempre tengan algo que decir.

Partamos de un punto vital: no, la Misa no es nuestra. En absoluto. Ni de los del coro ni de los fieles. Ni siquiera del sacerdote. La Misa es el culto público de la Iglesia a Dios, en el que se renueva de forma incruenta el sacrificio de la cruz.

No es algo con lo que podamos jugar ni ser irrespetuosos. No es un lugar en el que hacer experimentos ni buscar ningún tipo de protagonismo que no sea el de Dios.

Así de sencillo.

La música tiene su lugar, y no es el de que nos sintamos parte de la Misa ni mucho menos que el coro se luzca. La música, que no es necesaria, es para servir de vehículo a la oración. Para elevarnos hacia el misterio, no rebajarnos a un mero sentimentalismo forzado.

El silencio también tiene su lugar, y ese sí que es vital, ya que nos acerca a Dios. Nos permite centrarnos en Él, meditar sus palabras. El fruto del silencio es la oración, nos recordaba santa Teresa de Calcuta.

Pero, si hay silencios, ¿cómo participan los fieles?

Bueno, es que nadie ha dicho que la participación tenga que ser ni hablada ni cantada. Vayamos atrás en el tiempo, al momento del sacrificio del Señor en la cruz.

María y Juan estaban al pie de la cruz. Dudo mucho que estuvieran de cháchara ni cantando canciones edulcoradas. Pero ¿alguien podría negar que estaban participando intensamente en ese sacrificio?

Estaban con toda su atención puesta en Cristo. Con plena disponibilidad para Él. Con su corazón abierto al misterio de lo que estaba ocurriendo ante ellos.

Eso es participar de verdad en la Misa: plena atención a Cristo, al milagro que va a ocurrir. Atentos al misterio inefable de la Eucaristía, del Dios que se hace presente ante nosotros para darnos vida en abundancia. Por eso, la música de preferencia en la Iglesia es la gregoriana: porque te lleva al misterio divino.

Si esos factores no existen, en realidad no hay participación, por mucho que se cante o se hable. Si existen, se vive la Misa.

Glorifica a Dios con tu vida.

Cómo conseguir tiempo y el mito del tiempo para todo

No hay tiempo para todoAunque ya no es tan habitual, una de las preguntas que más me han hecho es cómo me da tiempo para hacer todo lo que hago (que es mucho menos de lo que me gustaría poder hacer, todo hay que decirlo). Por ese motivo me gustaría analizar rápidamente el tema del tiempo y cómo conseguir tiempo para hacer lo que queramos hacer. Si es que podemos.

En primer lugar, tenemos que constatar un hecho: un día tiene las horas que tiene. Punto. No hay, y no creo que llegue a haberlo, ningún invento que permita detener el tiempo para que podamos dedicarnos a algo sin que el fatídico reloj nos recuerde que tenemos más cosas que hacer.

Esa constatación nos lleva a una conclusión: si mi tiempo es limitado, igual que el de todo el mundo, está claro que no da tiempo a todo, si ese todo excede un tiempo prudencial (cosas como comer y dormir conviene seguir haciéndolas, por mucho que tengamos otros asuntos en los que queramos gastar el tiempo). Además, las frases del tipo “si quieres hacer algo de verdad, conseguirás sacar tiempo para ello” tienen el problema de no contar con las circunstancias del individuo y lo acaban culpabilizando si no logran sacar ese tiempo tan deseado.

En realidad, solo hay una solución para intentar arañar algo de tiempo: priorizar.

Esto es clave en la vida. Si no se tiene un mínimo orden en lo que se quiere hacer, vamos a estar dando bandazos continuamente y nos vamos a acabar desesperando al ver que nada avanza. No todo tiene la misma importancia, y según eso hay que actuar. En mi caso, la cúspide está en la familia. Para ellos es todo el tiempo que necesiten. Ni más ni menos. Si estoy haciendo otra cosa y mi mujer, por ejemplo, me necesita, esa otra cosa se queda parada lo que haga falta.

En segundo lugar está el trabajo. Más que nada, por el tema ese tan mundano de pagar facturas y todo eso.

Y, a partir de ahí, el tiempo que me quede lo dedico a escribir, maquetar y demás temas. Hay que tener en cuenta que, a veces, varias actividades se pueden solapar. Eso es importante recordarlo para aprovechar aún mejor el tiempo.

Desde luego, si dijera que quiero escribir y me dedicara a perder el tiempo en las redes sociales, algo estaría fallando en ese supuesto deseo de escribir, porque estoy priorizando las redes sociales. Hay que ser, en cierto modo, avaricioso con el tiempo para no desaprovecharlo. Y sí, descansar también es aprovechar el tiempo.

También es necesario tener buenas dosis de paciencia. Paciencia para poder asumir que no vamos a hacer las cosas tan deprisa como nos gustaría. Por ejemplo, con el tiempo de que dispongo resultaría muy complicado escribir mis libros más rápido. Pero lo que importa es darse cuenta de eso y no desfallecer, seguir adelante aunque haya veces que dé la sensación de que no se avanza. Porque sí, resulta que hay veces que no se pueden cumplir los planes. Y hay días que estás tan agotado al final del día que eres incapaz de escribir una línea. Incapaz porque te duermes en cuanto te sientas, antes incluso de ponerte a escribir. No pasa nada. Mañana será otro día.

Ese es el secreto: establecer prioridades y tener paciencia. Quizá sea cierto que no te dé tiempo a todo lo que quieras hacer, pero es buena idea repasar lo que haces cada día y ver si puedes sacar algún rato priorizando. Menos televisión, menos redes sociales, quizá incluso dormir algo menos… Todo es cuestión de prioridades.

Tu sufrimiento, un instrumento de salvación

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Cristo crucificadoLa semana pasada celebrábamos la Exaltación de la santa Cruz y Nuestra Señora de los Dolores. Dos fiestas relacionadas con algo muy humano: el sufrimiento.

Los cristianos exaltamos la Cruz. Puede parecer extraño, ya que es un instrumento de tortura y de muerte. Sin embargo, Cristo la convirtió en un instrumento de misericordia y salvación. El dolor que sufrió en ella no terminó en una victoria de la muerte, sino en vida.

Sin la Cruz no habría redención.

Y, mientras el Señor agonizaba en la Cruz, nuestra Madre sufría a su lado. Una vida para Dios, pero llena de momentos duros que, a pesar de todo, no hicieron que se tambaleara su fe lo más mínimo.

En un momento dado su Hijo, a punto de morir, quiso darnos a su Madre para que fuera también la nuestra. Y ella, aun llena de dolor, aceptó seguir adelante con lo que Dios le pedía.

¡Y cuántas gracias hemos recibido por ella!

Tanto Jesús como la Virgen nos muestran algo bien claro: el dolor se puede convertir en oración. Más aún: en un instrumento de salvación.

Sí, el tuyo también.

Jesús se abrazó a su Cruz y se puso a caminar agarrado a ella mientras pensaba en mí, en ti, en todos y cada uno de nosotros. Y nos dijo que teníamos que hacer lo mismo: coger la cruz de cada día y cargar con ella. No con amargura y resignación, sino con aceptación y valor.

Nuestras cruces las podemos ofrecer por las almas del purgatorio, por nuestros hijos, por nuestros compañeros de trabajo… Hay infinidad de posibilidades. Ningún dolor tiene por qué quedar vacío de sentido.

Al contrario, mediante nuestros sufrimientos podemos ayudar a los demás a salvarse, a encontrar el camino al Reino.

¡Ánimo!

Glorifica a Dios con tu vida.

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Grandeza y pequeñez

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Desde muy niño soy aficionado a la astronomía. Me encanta todo lo relacionado con el universo. Supongo que estará bastante relacionado con mi afición a la ciencia ficción.

Cuando miro al cielo estrellado, me sobrecoge la sensación de pequeñez. Observar el espacio tan increíblemente inmenso que se abre ante mis ojos, tan solo intentar imaginar las dimensiones de nuestro querido Sol, llega a dar vértigo. Pensar en los millones de galaxias con sus millones de estrellas, muchas de las cuales enormemente más grandes que el Sol. Todo ese espacio, fluyendo ordenadamente, en un baile cósmico hermoso y brutal. ¡Qué poca cosa soy en comparación con toda la Creación!

Y, sin embargo, cualquier ser humano es más valioso, a ojos de Dios, que todas estas maravillas. A nosotros, y solo a nosotros, nos creó a su imagen y semejanza. Hay huellas de Dios en todas las criaturas, pero únicamente el ser humano es su imagen. ¡Qué grandeza llevamos dentro, y qué poco nos fijamos en ella! Sobre todo, en la de los demás.

En el mismo instante de la concepción, en el que surge un ser humano, ya ese ser humano vale más que un millón de soles. Porque es la imagen del que creó ese millón de soles. Nada de lo que hagamos en nuestra vida podrá nunca rebajar ese valor que tenemos a los ojos de Dios.

¿Somos pequeños? Sí, por supuesto. Y débiles. Pero también increíblemente valiosos y grandes.

Los demonios del escritor

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Los demonios del escritorTenemos que reconocer una cosa: la profesión de escritor no es fácil. Tiene una buena cantidad de demonios que rondan y se hacen fuertes junto a él, y es necesario luchar contra ellos continuamente para no dejar que nos dominen. Pongo aquí siete que he ido recogiendo, pero invito a quien quiera a añadir los que vea conveniente.

  1. Incomprensión: el escritor se va a encontrar con que mucha gente piensa que su trabajo no tiene valor, que se trata sólo de un pasatiempo. O se va a encontrar a quienes piensan que escribir un libro y conseguir publicarlo implica ganar dinero a espuertas. O a quienes piensan que debería regalar los libros. Tanto unos como otros van a mostrar al escritor que poca gente entiende y valora lo que supone escribir. El tiempo que lleva, los esfuerzos que hay que dedicarle… que es un trabajo, en definitiva.
  2. Dudas: ¿De verdad sirvo para esto? ¿Lo que escribo es algo más que bazofia? En este caso es muy bueno tener cerca a alguien especial que crea en ti. En mi caso es mi mujer. Ella lee mis artículos y mis libros y me da una opinión sincera. Por lo general, le gusta lo que escribo, lo que me anima a continuar, sobre todo porque soy muy crítico conmigo mismo.
  3. La tentación de querer un bestseller rápido: eso te llevaría a escribir lo que al gran público le guste en lugar de lo que a ti te guste. Prostituirías tu arte. Y, por tanto, tu alma. Todo lleva su tiempo. Tú hazlo lo mejor que puedas. Busca hacer la mejor novela que seas capaz de escribir.
  4. Los cantos de sirena: sí, a todos nos gusta saber de casos de éxito. Que si no sé quién rechazó las editoriales tradicionales, autoeditó y ahora es un escritor de éxito. Que si no sé qué otro empezó a poner en Facebook fragmentos de su libro y empezaron a lloverle seguidores. Sí, pueden motivarte estas historias. Pero también te pueden hacer pensar que, si haces lo mismo, tendrás el mismo resultado, y no es cierto. Lo que falta siempre es que alguien cuente, por cada uno que tiene éxito, cuántos se quedan en el camino. ¿Hay que ser, por tanto, pesimista? No, en absoluto. El pesimismo es tan malo como un optimismo desmedido. Hay que ser realista. Creer en tu obra y luchar por ella. Pero esas tonterías de que el universo conspirará a tu favor o que con sólo creer que puedes conseguir algo ya, mágicamente, ocurrirá, mejor dejarlas para elementos tipo Paulo Coelho y similares.
  5. El encasillamiento forzado: has escrito un tipo de historia. Ha gustado. Y ahora piensas que mejor sólo escribes ese tipo de historias para no arriesgarte a perder público. ¡Enhorabuena, te has encasillado! Una cosa es escribir, por ejemplo, fantasía porque es lo que te gusta y sobre lo que quieres escribir, y otra muy diferente es escribir fantasía porque piensas que si escribes otra cosa tus lectores te abandonarán. Tienes que escribir lo que te apasione.
  6. La procrastinación: hoy no se me ocurre nada, mañana me pongo. Y el mañana se convierte en el pasado mañana. Y así sigue. Según mi experiencia, cuanto más tiempo estás sin escribir, más cuesta después ponerse a ello. Eso incluye el famoso bloqueo del escritor. Para mí, lo mejor es ponerse un mínimo de palabras a escribir todos los días. Y, en la medida de lo posible, cumplirlo y rebasarlo. No dejes para mañana lo que puedas escribir hoy.
  7. Creer que, una vez publicada la novela, se acabó tu trabajo: el hecho es que el libro, para venderse, depende de ti y de conseguir que tus lectores se apasionen con tu historia de tal forma que quieran recomendársela a otros. Olvídate de la publicidad de la editorial, si tienes editorial, porque prácticamente no va a haber. Cuida tu novela mientras la escribes y sigue cuidándola después.

¡Ánimo y a escribir!