Si estás leyendo esto, es probable que sepas que uno de los géneros que escribo es la fantasía. Ahí están Magia, heroísmo y esperanza y Roncho, cazador de monstruos para corroborarlo. También me encanta leer ese género. Quizá sea con el que más disfruto.
Sin embargo, no siempre fue así. De hecho, aunque de pequeño sí leí algunas obras de fantasía, pasé años, muchos años, sin volver a encontrarme con un libro de fantasía entre las manos. Y la culpa de este reencuentro fue de mi mujer, Escocia y Brent Weeks.
Volviendo a la fantasía de la mano de Brent Weeks
Mi maravillosa mujer y yo fuimos de viaje de novios a Escocia. Ya habíamos estado antes, aunque en la ocasión anterior habíamos puesto nuestra «base de operaciones» en Inverness para conocer las Tierras Altas. Esta vez decidimos centrarnos en Edimburgo. A pesar de eso, también hicimos alguna excursión a las Tierras Altas. Son una maravilla.
Seguro que con esto ya te haces una idea de por qué el escenario de mi primera novela, Llorando sangre, está en esas tierras de lluvia, niebla, gaita, misterio y melancolía.
Estábamos paseando por Edimburgo y resultó que nos encontramos con una librería enorme. Obviamente, no pude resistirme y no quedó más remedio que entrar. Allí nos encontramos con una cantidad ingente de libros en unas estanterías muy chulas.
No sé cómo, acabamos en la sección de fantasía y ciencia ficción. Debo decir que yo, por aquel entonces, no tenía un nivel de inglés apoteósico, pero tenía ganas de llevarme un libro de allí y me había entrado curiosidad por la fantasía. Así que le pedí a Ana que eligiera uno. Sí, lo sé, una tarea complicada, pero mi confianza era total. Como aquella vez que nos perdimos en Noruega. En fin, eso es otra historia. El caso es que miró y volvió a mirar y me acercó un libro de un autor que no conocía de nada. Un tal Brent Weeks. El libro era The Way of Shadows y tenía buena pinta. El libro, por supuesto, volvió con nosotros a España.
Comencé mi lectura. No me terminó de enganchar. Ya no solo por el inglés, sino porque utilizaba términos inventados de los que no conocía el significado. Hay que recordar que hacía mucho que no leía nada de fantasía, y lo que había leído era de otro tipo, no te metían de lleno en su mundo. O, al menos, así los recuerdo. En cualquier caso, lo fui dejando.
Pero uno tiene su curiosidad, e hice lo que no hay que hacer si eres hipocondríaco: buscar en Google. Leí sobre Brent Weeks, sobre sus libros (en aquellos tiempos, la trilogía del ángel de la noche), y la cosa es que ese hombre me cayó muy bien. Además, el libro en cuestión tenía muy buenas reseñas. Aun así, ahí se quedó.
Un buen día, me encontré con que ya habían traducido el libro. Y me lo compré para darle una nueva oportunidad. Me fui leyendo El camino de las sombras… pero seguía sin convencerme. Duro de mollera que es uno.
Sin embargo, visto que seguía cosechando buenas valoraciones, decidí continuar la lectura. Cuando terminé el libro, me acerqué a Ana y le dije: «Tengo que comprar los otros dos«. Nótese el «tengo».
Lo demás, ya es historia. Brent Weeks me abrió la puerta a otro mundo, en el que encontré también a autores como Brandon Sanderson, Jim Butcher, Joe Abercrombie, Peter V. Brett, Robin Hobb… Por su culpa, la fantasía es uno de mis géneros favoritos. Gracias, Brent. Y gracias, Ana, por señalármelo.
Por cierto, aprovecho para dar un tirón de orejas a Fantascy, que tradujo los tres primeros libros de El portador de luz, pero ha pasado de los otros dos. Di que ahora mi nivel es un tanto diferente del que tenía antes y me los puedo leer en inglés sin mayor problema, pero me parece muy mal que dejen una saga a medias de traducir.
Ya que estamos, mismo tirón de orejas para Minotauro, que dejó a medias la saga de los demonios, de Peter V. Brett. Aunque su caso es más sangrante todavía, porque dividieron una de sus novelas en dos, creando una confusión absurda sobre cuántos libros de este autor habían traducido y, por supuesto, cobrando dos veces por el mismo libro.
Esa es la historia. Ahora, ¿me cuentas cómo entraste tú en el mundo de la fantasía?