Por el bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes. Como sacerdotes, podemos ofrecer al Señor nuestras súplicas y nuestros sacrificios, nos relacionamos con Él, podemos estar muy próximos a Él, hacemos de nuestra vida una alabanza al Señor.
Como reyes, tenemos el deber de guiar a los demás hacia Dios. El Señor nos ha liberado de la esclavitud del pecado para hacer el bien, que es la verdadera libertad. Ningún rey permitiría dejarse subyugar por su enemigo sin lucha. De la misma manera, estamos llamados a la guerra espiritual, a vencer sobre nosotros mismos para servir al único Rey y expandir su Reino sobre la tierra.
Como profetas, estamos llamados a dar testimonio de Dios. A hablar en su nombre y darlo a conocer aunque nadie quiera escucharnos.
Especialmente si no quieren escucharnos.
En este mundo apresurado, que solo ve lo que tiene justo delante de las narices sin querer mirar más allá, en el que todo debe ser inmediato y no se valora la vida humana, tenemos que aportar esperanza. Porque, a pesar de que muchos ni siquiera se den cuenta, en este mundo falta eso, esperanza. Falta echar la mirada al horizonte definitivo, separarse un poco de … Sigue leyendo