Seguro que más de una vez y más de dos habrás dicho aquello de “ya te dije que me iba a pasar esto” o alguna frase similar. No, no se debe a que seas un adivino con una extraordinaria capacidad (y, si lo eres, ponte en contacto conmigo para un tema con unos numeritos en un sorteo). Quizá sí que se deba a que has interpretado bien los datos que tenías a tu disposición y has deducido correctamente. Pero también es posible que se deba al sesgo de profecía autocumplida.
¿Qué es la profecía autocumplida?
Es un sesgo de la percepción en el que asumimos como real una conclusión a la que llegamos con total seguridad y que acabamos convirtiendo en real nosotros, no porque fuera una “profecía” ni una deducción lógica, sino porque somos unos cabezotas y nos empeñamos en machacarnos de vez en cuando, algunos con más frecuencia que otros. Porque el hecho es que suele tener carácter negativo, aunque también puede ser positivo. Sin embargo, lo negativo es mucho más sencillo y, por tanto, más habitual.
Un ejemplo: digamos que Manolo decide que se quiere lanzar a un nuevo proyecto. Pero se le mete en la cabeza que va a ser un fracaso. Entonces, Manolo va emprendiendo acciones, aunque no con muchas ganas, porque sabe que va a ser un fracaso. Como ve que no avanza como le habría gustado, cada vez tiene menos ganas y el proyecto va muriendo, sea porque Manolo no le presta la atención que debería, sea porque intenta algo a la desesperada, sin pensarlo bien ni con un objetivo concreto, solo por hacer algo.
El proyecto de Manolo fracasa. Él piensa: “si ya lo sabía yo”.
¿Ha fracasado porque se trataba de una mala idea o por otro motivo?
Manolo se ha autoboicoteado. Sin saberlo, pero lo ha hecho. Quizá, si desde el principio hubiera estado convencido de que todo iba a salir bien, habría puesto más interés, habría dado el todo por el todo, y lo habría conseguido. O no, porque siempre es posible fracasar. Pero, partiendo de unas ideas más positivas, es más fácil aprender de las derrotas. Y eso es algo muy útil para futuros proyectos.
Por desgracia, esto es más habitual de lo que pueda parecer. Más aún si ya tenemos experiencia de otras situaciones similares que nos hayan dejado marca.
Relacionado con la profecía autocumplida está el efecto Pigmalión, que viene a ser que, cuando etiquetamos a alguien, ese alguien tiende a acabar convirtiéndose en lo que indica la etiqueta, tanto si es positiva como si es negativa. Algo típico: cuando un niño, por ejemplo, pega a un compañero y se le etiqueta como el “pegón” de la clase. Si esa etiqueta se mantiene, es probable que el niño, que quizá en un primer momento solo reaccionó mal a alguna circunstancia, se mantenga en ese papel asignado por los demás. Total, si ya le consideran así, pues ¿por qué no serlo?
El ejemplo ha sido con niños, pero con adultos es lo mismo. Hay que tener mucho cuidado con etiquetar a los demás.
Sin embargo, estábamos hablando de las profecías autocumplidas y de cómo evitar caer en ellas.
Cómo evitar la profecía autocumplida
No es fácil, sobre todo cuando partimos de experiencias negativas similares de alguna manera a la que tenemos delante. Es importante acostumbrarse a observar los pensamientos, en especial cuando se trata de conclusiones negativas (las positivas nos pueden dar más fuerza para lograr los objetivos que nos planteemos) sobre acontecimientos futuros. En este caso, tendríamos que revisar si de verdad estamos usando el pensamiento lógico y basándonos en evidencias reales.
También es importante revisar en el pasado situaciones en las que nuestras profecías no se cumplieron. Porque no, ya te he dicho que no eres adivino. Recordar que ha habido momentos en los que te ha ido bien es muy bueno para no dejarse llevar por las experiencias negativas.
Sé realista. Cambia el pensamiento para que no sea tan determinante, para que admita al menos un “quizá lo consiga”. No te dejes llevar solo por esas primeras impresiones, por esos miedos. Recuerda, el miedo es muy mentiroso. Siempre es posible fracasar, pero también es posible no hacerlo. Cada oportunidad es nueva. No lo olvides.
Aprende de las derrotas y usa ese aprendizaje para mejorar en busca de la victoria.
Joaquín
Jorge Sáez es un magnífico escritor, que utiliza maravillosamente el lenguaje. Pero, por encima de ello, la forma, está el cómo y para qué usa el lenguaje. Y aquí es donde me admira. Gracias, Jorge, especialmente en estos momentos en que se hace tan necesario desenmascarar las falsas profecías.
Jorge Sáez Criado
¡Muchas gracias a ti, Joaquín, por tan amables palabras!