El día 19, San José y día del padre, hubo quienes no me felicitaron porque aún no soy padre. Es curioso que, cuando tu hijo todavía no ha nacido, la gente piense que todavía no eres padre. Y eso incluso en personas cristianas de toda la vida. Da la sensación de que esta mentalidad de que lo que no se ve no existe se va pegando a la gente.
Vamos a ver: yo soy padre de mi hijo desde el mismo momento de la concepción. Igual que, desde ese momento, Ana es madre. Eso es así. Es un hecho incontrovertible e indiscutible. ¿Qué es, si no es mi hijo? ¿Qué podría ser que luego, de repente, por algún extraño truco de magia se convirtiera en mi hijo?
Me gustaría que, de una vez por todas, todos, cristianos incluidos, nos demos cuenta de que nuestros hijos son precisamente eso, nuestros hijos, desde que se los concibe. Es absurdo hablar contra el aborto y luego decir que el niño concebido por ti no es tu hijo. Es una contradicción. Y quisiera felicitar (aunque con retraso) a todos los padres a los que no han felicitado porque su hijo todavía no ha nacido.