«El alma se tiñe con el color de sus pensamientos».
Marco Aurelio
Es conveniente, de vez en cuando, pararse un rato a reflexionar. A mirar nuestro estado interno. A fijarse en el alma.
Todos buscamos tener un alma, una conciencia, limpísima. Estar a gusto contigo mismo, en paz interior, es un objetivo más que deseable.
Sin embargo, muchas veces esperamos que esto ocurra como por arte de magia. Sin intervenir nosotros, como si no tuviéramos nada que ver con el estado de nuestro interior.
¡Qué gran error!
Nunca diremos lo suficiente que nuestro lenguaje influye en cómo somos y en cómo vemos el mundo. Y lo que decimos y lo que hacemos nace de los pensamientos, que no dejan de ser también palabras.
Por nuestros pensamientos podemos transformarnos en parte. Y eso es lo que vio Marco Aurelio.
Si albergamos continuos pensamientos de tristeza, de desesperación, de sufrimiento, incluso si a priori no tenemos motivos objetivos para todo eso, acabaremos tal y como pensamos: tristes, desolados, destrozados.
En cambio, si nuestros pensamientos son de esperanza, de fe, de ilusión, de ánimo… La cosa cambia y mucho. Incluso en situaciones bastante complicadas, parece que surgen nuevas fuerzas de donde no las había.
Por supuesto, esto no es mágico. Una depresión o una ansiedad deben ser tratadas por médicos y psicólogos. Pero sí que nos puede aportar una ayuda al día a día.
Además, nuestros actos, buenos o malos, nacen de nuestro interior. De nuestros pensamientos. Si aprendemos a «domar» un poco los pensamientos, a dejar pasar los malos como si no estuvieran y centrarnos en los buenos, eso se va a reflejar en nuestra alma y en nuestro ser.
En definitiva, no te hables a ti mismo como si fueras tu enemigo. Trata de mantener el ánimo, la esperanza. Aprende a no rumiar los pensamientos que te hacen sufrir. A no prestar atención a los pensamientos negativos.
Decía san Ignacio de Loyola que hay que hacer justo lo contrario de lo que nos sugiere el mal espíritu en momentos de desolación. Esa es la clave. ¿Me vienen pensamientos de tristeza que me llevan a dejarme casi paralizado? Tengo que dejar de darles protagonismo y actuar justo al contrario, buscando pequeñas alegrías, centrándome en la esperanza, recordando buenos momentos.
No es fácil. Nadie dijo que lo fuera. Pero sí es útil.
Tiñamos nuestra alma de bondad, de fe, de esperanza, de amor.
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