El cristiano ha nacido para la lucha

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Dijo León XIII que “el cristiano ha nacido para la lucha“. No es una frase suave y meliflua, de las que tanto gustan. Nos presenta una vida de combate, siempre dispuestos a luchar por nuestra salvación.

Pero no debemos minimizar otra gran batalla, aunque la primordial es la interior: la exterior. Dar testimonio con nuestras palabras y nuestras obras. Tratar de hacer realidad ya el Reino de Dios en este nuestro mundo. Eso incluye, para los que estamos en el mundo, ofrecer nuestra visión de las cosas, discutir si es necesario, corregir, aclarar puntos, actuar con coherencia. No se queda sólo en rezar por los demás. Ora et labora. O, como dice el refrán, “a Dios rogando y con el mazo dando“. Es una batalla en toda regla que incluye y necesita de la lucha interior, ya que lo que se vive dentro es lo que se exterioriza.

Me gustaría compartir con vosotros unos pocos puntos que pueden ser útiles para la batalla:

  • El guerrero lucha. Esta obviedad implica que no puede vivir por inercia, pretendiendo ser sólo un observador o guiándose por el “vive y deja vivir” que sólo sirve para enmascarar la cobardía. El cristiano, especialmente el confirmado, tiene que reflejar lo que cree. Si no se convierte en obras, la fe está muerta.
  • Al primero al que hay que vencer es a uno mismo. La lucha exterior es reflejo de la interior. Sin oración, sin vida interior, lo que vamos a reflejar va a ser más bien pobre.
  • El guerrero es un inconformista. No puede quedarse parado viendo injusticias y abusos. No está aquí para eso.
  • Solo podemos luchar con la esperanza que viene de la fe. Sin esa esperanza, acabaríamos dejándonos llevar por la corriente.
  • Un guerrero tiene que entrenar. Si no lo hace, se oxidará. Eso incluye formarse en la fe. Poco podremos mostrar y defender lo que no conocemos.
  • Un guerrero sabe elegir las batallas a luchar. No puede ni debe meterse en todas, porque le desbordarán. No es buena idea abrir demasiados frentes. Cada uno debe discernir y ver qué batallas luchar y cuáles dejar pasar.
  • No todas las batallas se luchan igual, ni todos los guerreros pelean de la misma manera. No todos valen para discutir, ni todos valen para luchar desde una clausura. Cada cual tiene que conocer sus propias capacidades y usarlas de la forma más adecuada.
  • Lucha para ganar. No podemos pensar en un resultado que no sea la victoria. De lo contrario, no lucharemos con todas nuestras capacidades.
  • Lucha siempre de forma honorable. Así tu victoria o tu derrota serán honorables.
  • Un guerrero debe ser prudente. No es un temerario. Piensa en el problema, evalúa formas de acción.
  • No es bueno lanzarse a luchar sin conocer mínimamente al enemigo a batir, su forma de luchar, sus objetivos.
  • El guerrero no tiene miedo a ir contracorriente, por mucho que algo esté plenamente aceptado por la sociedad. No está aquí para hacer lo que dice el mundo, sino para hacer lo que dice su Rey.
  • Un guerrero conoce el miedo al fracaso, a la derrota. Pero el amor a su Señor le hace superarlo y se lanza a la batalla.
  • Un soldado obedece a sus superiores. El Magisterio de la Iglesia es una guía que siempre debe respetar y aceptar.
  • El “fuego amigo” es especialmente dañino. Un católico favorable al aborto, al gaymonio, que no respeta la liturgia, que no ama a la Iglesia, hace daño tanto a la propia Iglesia en sí misma como a quienes le escuchen. Es un lobo vestido con piel de cordero.
  • Lucha siempre con amor. Que sea el amor a Dios, a la Iglesia, al prójimo el que te mueva.
  • La vida es una lucha continua. Más vale que te lo metas bien dentro de la cabeza cuanto antes.
Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.