En mi reciente cumpleaños me regalaron el libro «¿Por qué soy cristiano?«, de José Antonio Marina. De hecho, me lo regalaron porque ante ese título mostré interés cuando lo vi. El problema llegó cuando lo tuve entre mis manos y empecé a hojearlo. La impresión que me dejó no fue demasiado buena, me pareció que no tenía muy claro qué significaba ser cristiano.
Busqué algunas referencias y críticas por Internet, y me di cuenta de que lo que prometía ser un libro serio sobre las razones que impulsan a alguien hacia el cristianismo no era más que una especie de ejercicio de autobombo de alguien que, ciertamente, no entiende las características distintivas del cristianismo frente a las demás religiones (características que, dicho sea de paso, tengo grabadas a fuego desde que escribí como siete páginas sobre ellas en el examen de Historia de las Religiones que tuve el sábado día 24 de Junio).
Así que, dado que no quería dar un disgusto a quien me lo había regalado con toda la buena intención del mundo y porque, ya que lo tenía, quería comprobar esas críticas y ver hasta qué punto eran correctas, decidí algo que sólo había hecho antes con el Mein Kumpf, que leí para mi trabajo de Lógica sobre la manipulación ligüística y simbólica en el nazismo: cogí un lápiz y me puse a leerlo, apuntando en los márgenes de las páginas todo aquello incorrecto, incoherente e ilógico, incluyendo falacias y argumentos sofísticos (que son los destinados a convencer al auditorio en lugar de a dar un argumento real, como sea).
La verdad es que es un ejercicio muy interesante para mantener sano el pensamiento crítico y para seguir ejercitando mi amada lógica. Pero debo reconocer que me entristece que prácticamente desde la primera página empecé a hacer apuntes al margen. Es más, en la página 17 demuestra que no es cristiano, contradiciendo el título de su propia obra, al indicar que no sabe qué pensar de Jesús, si era Dios, si era un genio religioso, etc. Para todo cristiano (católicos, ortodoxos, protestantes, anglicanos…), Jesús es Dios y es hombre. Si el autor de este libro no sabe qué pensar sobre Jesús, está claro que no es cristiano. Más bien da la sensación de que su idea de cristianismo es uno más de tantas «religiones a la carta», en la que quita lo que le molesta y coge sólo lo que no le causa mayor problema. No tiene reparos en admitir como un «quinto Evangelio» el «evangelio» gnóstico de Tomás, así como de afirmar sin ninguna argumentación en absoluto que la teología de la liberación es el cristianismo auténtico. Así, porque él lo dice. Sin mayores explicaciones.
Por otro lado, también me regalaron el libro «Transmitir la fe en un nuevo siglo», de Raúl Berzosa, que me está resultando una lectura sumamente interesante acerca de las maneras de transmisión de la fe, de las estrategias a adoptar y de las dificultades que se encuentran. Un libro muy recomendable.