El nihilismo como religión de Estado

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Estos días, en los ratos que tengo más o menos libres, estoy leyendo un librito muy interesante y que recomiendo vivamente: “Cristianos contra Hitler“. En él se cuenta la historia de unos pocos de los cristianos que, al encontrarse metidos de lleno en el nacionalsocialismo, decidieron que en la encrucijada entre la Cruz y la Svástica elegían la Cruz.

Más de uno me habrá oído decir alguna vez que, aunque los nazis no ganaran la guerra, en el fondo Hitler sí que ganó la guerra. Y, leyendo algunas de las reflexiones de los protagonistas de este libro, me reafirmo en mi opinión.

Sólo hay que echar un vistazo a Europa para ver que, aunque no se le ponga el infame nombre de nazismo, hay una serie de políticas que continúan su herencia: supresión del cristianismo, eutanasia, aborto…

El nazismo, en su idea de buscar una religión de superhombres, propagaba el nihilismo como religión de Estado. Disfrazado como una suerte de paganismo reencontrado, pero al final no era más que nihilismo relativista. Y esa es la epidemia que sigue recorriendo Europa. Con otros disfraces, eso sí, pero ahí está. Campando a sus anchas. Porque, ¿qué es lo que puede hacer que alguien piense que es lícito matar a otro ser humano indefenso más que la pérdida de la idea del sentido de la vida y del ser?

La respuesta es el nihilismo: nada tiene sentido, nada importa. Los valores no existen, los principios se pueden cambiar según el gusto y las modas. Por ello, el ser humano nada a la deriva, sin saber dónde está, sin saber para qué. Ni siquiera le quieren dar la libertad de preguntárselo. Y camina en la cuerda floja sin entender qué pinta en esa cuerda. Eso sí, todo orquestado por quienes tienen interés en mantener al pueblo aborregado. Cuanto menos se pregunte la gente de a pie, mejor para que sigan obedeciendo.

El antídoto también aparece en las reflexiones de los protagonistas de ese libro: Cristo.

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.