No descubro nada a nadie si digo que últimamente se está poniendo de moda una especie de sistema terapéutico de origen oriental llamado reiki. Curiosamente, como con tantas cosas de la Nueva Era, se desliza como si fuera algo inocuo cuando, en realidad, conlleva toda una cosmovisión. Cosmovisión que, por cierto, es incompatible con la fe católica.
La cosa va, básicamente, de que hay una energía por el universo, totalmente impersonal, que el que hace el reiki puede manipular a voluntad para que se canalice por sus manos hacia las zonas donde esté realizando el masaje. Esto se aprende con una serie de cursos, en los cuales se te «inicia» en el reiki.
Supone un sistema de creencias que poco tiene que ver con lo católico, que se fía para la curación de Dios (que no tiene nada que ver con una energía impersonal y manipulable) y de la ciencia. El reiki no entra en ninguna de esas categorías. Conlleva igualmente un cierto panteísmo, con esa idea de la energía impersonal manipulable impregnándolo todo. Además, tiene la lacra que afecta a toda la Nueva Era: puro egocentrismo. Yo manipulo la energía. Yo curo a los demás. Soy una especie de diosecillo que gestiona la energía del universo a su antojo. Claro, todo esto no te lo dicen cuando te lo ofrecen. Tan sólo te dicen que te ayuda a ponerte bien, a recuperar el equilibrio, a darte luz y ese tipo de lugares comunes de la Nueva Era.
En fin, dejo algunos enlaces al respecto:
– El Reiki o la falsa sanación espiritual que excluye a Dios criticado por los obispos de EEUU.
– El Reiki en el blog de la Red Iberoamericana de Estudios de las Sectas.