En este día de San Ignacio de Loyola vuelvo una vez más sobre el lema ignaciano: «En todo amar y servir«. Porque hay veces que nos empeñamos en que el amor es una especie de sentimentalismo difuso y nos perdemos el amor de verdad, que es mucho más difícil. Pero es verdadero.
Hubo alguien, ahora no recuerdo quién, que decía que amaba a la humanidad pero no a las personas. Eso es un absurdo. Con la ventaja de ser facilón, como suelen ser las cosas sentimentaloides. Pero el amor debe ser concreto. No podemos decir que amamos a la humanidad y luego insultar, difamar, ser egoístas, etc. Eso no es amor. El amor es una opción, es un salir de sí mismo para darse al otro. Al otro en cuanto persona concreta. No se trata de amar a la humanidad, sino de amar a cada una de las personas. Así es como nos ama Dios y así es como tenemos que amar nosotros. En todo, amar y servir.