Fortaleza y corrección política

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Este artículo ha sido publicado en el número 68 de la revista Punto de Encuentro, de la Obra Social de Acogida y Desarrollo. El hilo conductor de este número ha sido la fortaleza.

Fortaleza y corrección política

No a la corrección política«Como no es políticamente correcto decirlo, pues por eso lo digo». Esta frase la dijo en una de sus clases un profesor que conocí y es como una declaración de intenciones para el católico de hoy en día. Al fin y al cabo, si la verdad fuera políticamente correcta, no haría falta que la tuviéramos que decir día sí y día también. Pero como no es así, hay que mostrarla a tiempo y a destiempo hasta que todos se den cuenta de ella.

La corrección política no deja de ser una forma de censurarse a uno mismo para no ser señalado, manteniendo un perfil muy bajo de pensamiento y de opinión, de manera que nadie pueda decir que se ha ofendido por tu culpa.

Algo que, hoy en día, es como mínimo complicado. Hemos llegado a un punto en el que lo raro es que no haya quien se ofenda por las cosas más absurdas.

En definitiva, implica medir cada palabra y cada acto, por si acaso. No se puede hacer ni decir nada que se salga del pensamiento único imperante. Algo que muchos católicos también han comprado, por desgracia. Y es que ser católico necesariamente implica chocar con el mundo, de tal manera que la presión de este puede llevar a que quienes tengan la fe menos firme busquen una especie de iglesia a su medida, que no suponga problemas con el mundo, por el simple miedo a parecer retrógrado, fascista y tantos otros bonitos epítetos que se nos suelen dedicar.

Mayor problema aún es cuando la corrección política anida en el interior de la Iglesia, de tal manera que se van quedando atrás partes de la doctrina que pueden no ser bien aceptadas hoy en día y, por tanto, resultan incómodas. Por ejemplo, temas como el infierno, el purgatorio, el juicio final o la necesidad del arrepentimiento son muchas veces dejados aparte, como si fueran secundarios. La misma imagen de Jesús como verdadero hombre y verdadero Dios se convierte en una caricatura en dibujos demasiado infantiles hasta para los niños, que hacen imposible tomarlo en serio.

Es una irresponsabilidad muy grave caer en esta corrección política, porque, aunque algunos temas incomoden, es necesario que se conozcan y se les dé la importancia debida. De hecho, que incomoden hace aún más importante que retomen protagonismo para sacar del letargo a quienes querrían ver un cristianismo blando y fofo, infectado por un buenismo atroz.

Sin embargo, el problema es que da la sensación de estar solo contra el mundo. Como si este fuera una fuerza a la que es imposible oponerse.

Y, si contamos con nuestras propias fuerzas, así es. Nos arrasará sin que nos enteremos siquiera.

Por ello es tan necesario hoy en día el don de la fortaleza, que nos ayuda a ser valientes ante el mundo para no caer en sus trampas. El don que nos permite resistir los embates de las olas de la corrección política y luchar contra él manteniéndonos firmes. Más aún, enseñando la verdad sin hacer caso a las amenazas de la multitud de ofendidos por no aceptar lo que les gustaría que fuera la verdad.

Es este un don fundamental en estos tiempos, porque sin él dejaremos pasar incluso que se enseñe a nuestros hijos una moral diferente a la que queramos para ellos, no basada en principios fijos y verdaderos, sino en sentimentalismos burdos y en la aceptación sin cuestionamiento de lo que cada uno pretenda que sea la verdad. Una moral que defina el gobierno de turno para tener contentos a los votantes apelando a sus egoísmos y particularismos.

No caer en la corrección política ni dentro ni fuera de la Iglesia puede parecer un deporte de riesgo. Pero, por otro lado, contamos con el ejemplo de tantos millones de mártires que han soportado todo tipo de atrocidades manteniéndose firmes en la verdad, como castillos contra el mal. Como, en efecto, fortalezas vivientes.

Ese es el objetivo: ser bastiones de la fe, de la verdad. Ser fortalezas por la fortaleza. Si hay que decir algo, se dice. Siempre desde la caridad, por supuesto, pero sin silenciar la verdad.

Porque, si la silenciamos, estamos en su contra.

Así que seamos políticamente incorrectos, sin miedo, sin dudarlo. Al igual que aquel buen profesor.

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.