El día 1 de agosto operaron a mi hijo para extraer adenoides y amígdalas, ya que hacía muchas apneas mientras dormía. Gracias a Dios, todo ha ido bien. Sólo tuvo que estar 24 horas en la UCI pediátrica (en la que, por cierto, uno de los padres puede estar casi a todas horas junto a su hijo, exceptuando unas cuatro horas al día, en las que les asean, tienen las visitas médicas, etc) y, en seguida, volvimos a casa.
Días antes de la operación, tanto por correo electrónico como en las redes sociales pedí un gran favor: rezar para que todo saliera bien. La respuesta fue conmovedora. No esperaba que tanta gente, conocidos y muchos desconocidos, fueran a sumarse a esa cadena de oraciones.
Sí, sigue habiendo buena gente en el mundo. Gente capaz de hacer un sacrificio por alguien, aunque no le conozca de nada. Esta es la gente que puede ir moviendo las cosas a mejor. Puede que no hagan mucho ruido, pero ahí están. El sustrato del cambio.
Muchas gracias a todos.