La virtud característica del escritor debe ser la paciencia.
Si después de escribir y corregir una y otra vez tu manuscrito crees que lo más difícil ya está hecho, te equivocas de parte a parte. Al menos, si es tu primer libro. Con el segundo, las cosas pueden ser algo más fáciles. O más difíciles, depende.
Tras el registro del libro en el Registro de la Propiedad Intelectual, falta dar el paso más importante para que alguien más que tú y tus lectores “cero” (aquellos que lo han leído para darte correcciones y opiniones sinceras antes de darlo por terminado): su publicación. Y eso no es tan fácil como pueda parecer pero tampoco es imposible.
Una opción que existe es la autoedición. A mí, particularmente, después de haber autoeditado dos ensayos, me parece una opción válida siempre y cuando tengas claro que todo, absolutamente todo, lo tendrás que hacer tú. Todo. O tú, o alguien a quien contrates para ello. Desde la maquetación hasta la publicidad. Si tienes que contratar a alguien, le tendrás que pagar de tu bolsillo, por supuesto. Así como las pruebas de impresión, etc. Eso sí, te da más libertad y más control de tu obra. Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
La otra opción, que es la que yo preferí en un primer momento para esta novela, es encontrar un editor que sea el que arriesgue sus recursos porque tu novela le parezca lo bastante buena como para ello. Una editorial o una agencia literaria, que se encargaría de buscar la editorial adecuada para tu obra. En cualquier caso, es alguien que te descarga de la parte que, en principio, no es la “tuya”. Tú escribes. El editor edita. Y recalco que la editorial es la que debe arriesgar. Tú ya has hecho lo tuyo. Si la editorial te cobra, ya es posible que tengamos que hablar de autoedición encubierta.
Sin embargo, esta opción es la que pondrá a prueba tu paciencia. Porque la comunicación con la mayoría de editoriales y agencias es frustrante, porque es unidireccional. Es más, no estoy seguro de que eso pueda llamarse comunicación. Incluso algunos que aseguraban que siempre respondían no respondieron. Y los que responden, tardan entre meses y años. No voy a entrar en si deberían responder antes o no. Yo no sé cuántos manuscritos se les acumulan ni el tiempo que dedican a cada uno. Lo que sí creo es que deberían responder. En cualquier caso. Aunque tan sólo sea con un correo tipo. Pero, al menos, que el escritor sepa que hay alguien ahí detrás. Es un simple tema de educación.
En mi caso, para Llorando sangre, la verdad es que tuve bastante suerte. Empecé a contactar tanto con editoriales como con agencias en marzo de 2013. Y, después de esperar tan sólo un año, más o menos, contactó conmigo mi actual agente, Pepe, de la Agencia Autores. Y, como bien sabéis, este año se publicó. Ahora toca darlo a conocer, que esta obra recorra todo el camino que pueda mientras sigo escribiendo nuevas novelas.
El de la publicación no es un camino fácil. Pero tampoco es imposible. Es importante, eso sí, procurar no hacer caso a los agoreros del “nunca lo conseguirás” o “sólo publican los que tienen padrinos”. Son formas de conformismo. Si crees en tu obra, busca para ella lo mejor. Y lucha por ella.
Actualización importante: ya no me representa ningún agente ni ninguna editorial. De hecho, la web de mi antigua agencia ha desaparecido, no tengo noticias de si siguen en activo o no. Llorando sangre ahora está autopublicada en Amazon..