En aquellos tiempos, una luz del este anunció la llegada de otra luz, la Luz de luces. Pero esta Luz no iba a llegar envuelta de vana majestuosidad, sino rodeada de pobreza y sencillez. Y esa Luz, nacida en cuerpo humano en un pequeño pueblo de una nación prácticamente olvidada por el resto del mundo, comenzó a brillar con fuerza, y encendió nuevas luces, que se dispersaron y llegaron a iluminar todo el mundo. Se intentó apagar esa Luz, pero no puede ser apagada, y nos acompañará siempre.
Los seres humanos tenemos una gran pobreza y miseria. Nos revolcamos en nuestros defectos, pensando que nos dan libertad. Sin embargo, en nuestro interior también se esconde una luz, que nos une a la Luz, que nos saca de nuestra miseria y nos da libertad.
Que seamos capaces de reconocernos pecadores, algo que tanto nos cuesta. Pero que también seamos conscientes del inmenso amor que Dios nos tiene y respondamos a la llamada que todos los bautizados tenemos de llevar la Luz de Cristo a los demás, de manera que ellos también puedan dejar de caminar en tinieblas.
¡Feliz Navidad a todos!