En la página de agradecimientos del final de mi novela Apocalipsis aparece uno un poco peculiar:
“Gracias también a todos los que me habéis puesto zancadillas de una o de otra forma. Me habéis hecho más fuerte en mi determinación. Os lo agradezco de verdad.”
La vida de un escritor no es necesariamente un paseo por las nubes del país de las piruletas. Vivimos muchas incomprensiones y alguna que otra zancadilla.
¿A qué llamo zancadilla? Entiendo que a lo mismo que tú, a que alguien, por el motivo que sea, te intente dificultar el avance en tu carrera. No es ninguna noticia que un escritor que acaba de comenzar está en una situación en la que cualquier apoyo es poco y esas zancadillas son más sangrantes todavía. Además, pueden venir de cualquier sitio: un autor al que le haces un favor y a ti te lo niega o que te ve como competencia, un editor que te ignora o que te ve como mera mercancía, alguien que te dice que te va a apoyar y descubres que no es más que una mentira para quedar bien… Bueno, tampoco es cuestión de hacer una enumeración exhaustiva de todos los tipos de zancadillas que un escritor puede sufrir.
Sin embargo, estas zancadillas (que también se dan fuera del ámbito de la escritura y, por tanto, esto puede ser válido también para esas otras situaciones) tienen dos puntos muy positivos y es por ello por lo que les doy las gracias:
1) Te demuestra de qué pasta está hecho cada uno. Puede que te lleves sorpresas y te des cuenta de que quien pensabas que seguro que te iba a apoyar no lo hace o de que alguien que no tendría mayor motivo para darte su apoyo te lo dé de forma incondicional.
2) Si realmente corren palabras por tus venas, si de verdad quieres dedicarte a crear mundos y contar las historias que ocurren en ellos, todas esas zancadillas, aunque dolorosas, las puedes utilizar tanto para meter esos sentimientos en las historias como para impulsarte hacia delante, aunque solo sea para demostrar que nadie te va a parar.
Ambos motivos te ayudan a crecer, a madurar. Si avanzas a pesar de todo esto, es una muy buena señal.
Sin embargo, lo mejor de todo es cuando te empiezan a llegar opiniones como estas:
“Profunda y emocionante. La razón y el espíritu al servicio de la verdad, una oportuna reflexión para evitar ciertos fundamentalismos.” (Llorando sangre).
“Sin darme cuenta se convirtió en una novela que leía en cualquier momento libre, cosa que no me pasaba hace mucho tiempo.” (Llorando sangre).
“Los personajes no son simples estereotipos, sino más bien personas con sus miedos y anhelos que van evolucionando y transformándose a medida que el relato avanza.” (Llorando sangre).
“Personalmente, me ha ayudado mucho en mi momento actual y no es solamente la emoción del final, sino que tiene un poso bueno, formativo.” (Llorando sangre).
“Hacen falta más libros como este.” (Llorando sangre).
“La recomiendo porque su trama engancha y una vez que empiezas a leer estás deseando tener un ratito para seguir leyendo. Es impresionante la descripción que haces, sobre hasta dónde puede llegar el ser humano dirigido por el padre de la mentira.” (Apocalipsis).
“Con este libro, tampoco ha defraudado, es genial. Una novela muy conectada con la actualidad pero con un toque de misterio que te mantiene enganchado.” (Apocalipsis).
“El escritor Jorge Sáez Criado ha demostrado y ha hecho valer la afirmación de Baltasar Gracián, que lo bueno si breve dos veces bueno, y que no se necesitan libracos enormes para demostrar lo buen escritor que se es.” (Meditando el Santo Rosario: misterios gozosos).
“Este pequeño libro lo he leído en etapas y en días concretos: lunes y sábados. Me ha encantado.” (Meditando el Santo Rosario: misterios gozosos).
Esto sí que te anima a seguir adelante, ¿no crees? A mí, desde luego que sí. Ver el cariño con el que tanta gente recibe mis libros me hace sentir a la vez grande por todo ese apoyo recibido y pequeño por la responsabilidad que tengo de hacerlo cada vez mejor.
Por cierto, acabas de ver lo que otros opinan de mis libros. ¿Te animas a darles una oportunidad?