Libertad de expresión

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Sigo con el tema de la democracia, que comencé hace unos días. En una democracia de verdad, se supone que todos los ciudadanos son iguales, todos tenemos los mismos derechos y deberes, y todos tenemos derecho a nuestra libertad de expresión.

En nuestra “democracia”, todos somos iguales. Eso sí, unos más que otros. Porque, curiosamente, si quien habla expresa la fe de la Iglesia, en ciertos elementos de la sociedad aparecen unas ansias parece que irresistibles de hacerle callar. Ellos defienden la libertad de expresión. La suya. La de los demás, siempre que coincida con la suya. Y esto se hace con el beneplácito de los distintos partidos (que vienen a ser la misma porquería con distintos nombres) y, lo que es peor, con el silencio culpable de una enorme parte de la sociedad.

Ejemplos recientes tenemos con Monseñor Reig Plá y con Santi Rodríguez, que ha tenido la valentía de mostrarse como lo que es, un católico coherente, y ha empezado a recibir insultos y amenazas de los amigos de la libertad de expresión (podéis verlo aquí).

Extraña idea de democracia, extraña idea de libertad de expresión y extraña idea de igualdad.

Habrá gente que, felizmente, llegará a la conclusión de que la raíz de todo esto está en que en la época de Franco había un nacional-catolicismo y eso impulsó el rechazo hacia el catolicismo. Bueno, esa explicación seguro que le sirve a quien tenga unos cuantos prejuicios y necesite llegar a la conclusión de que Franco tiene la culpa para poder estar tranquilo. Pero entonces eso no explicaría cómo es que en la II República ya comenzó la persecución a los católicos. ¿O es que eran tan avanzados que vieron el futuro?

No, la culpa de que nuestra democracia sea de risa no la tiene Franco. Eso sería demasiado fácil. La tenemos los que la alimentamos. La tenemos los que nos empeñamos en votar a los mismos parásitos una y otra vez. La tenemos los que, mientras haya fútbol y televisión, dejamos hacer y deshacer a voluntad nuestro (sí, nuestro) país a esa panda de necios que tenemos por gobernantes.

Alguien dijo una vez que un país tiene el gobierno que se merece. Y eso en democracia se ve claramente. Elegimos a quienes nos representan. Y es patético ver nuestro reflejo en ellos. Patético y lamentable.

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.