Hoy es Miércoles de Ceniza. Comenzamos la Cuaresma de la mejor manera: haciendo penitencia (ayuno y abstinencia) y recordando que necesitamos de conversión constante y que todo lo que ganemos aquí no sirve de nada cuando muramos. Y eso puede ser en cualquier momento.
Recuerdo, como ejemplo de conversión, los momentos de estudiantes de Ignacio de Loyola y Francisco Javier, cuando ante las hazañas de su alocado amigo, Ignacio le repetía, parafraseando el Evangelio: “Francisco, ¿de qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?“. Poco a poco, el joven Francisco se fue empapando de la espiritualidad de su compañero y acabó gastando su vida ganando el mundo para Dios, dándonos un santo misionero infatigable. Perdió su vida por Dios, pero ganó a Dios.
Hoy comienza un tiempo de especial búsqueda de la conversión. Si pasamos la Cuaresma y no podemos decir que nos hemos acercado, aunque sólo sea un poco más, a Cristo, habremos perdido el tiempo miserablemente.