Uno de los mantras más repetidos en el mundo de la autoayuda y la Nueva Era es el de que, para que las cosas te vayan bien, tienes que pensar en positivo, en que todo va bien. Así, si quieres encontrar trabajo tienes que pensar que lo vas a encontrar; si quieres aprobar un examen, que lo vas a aprobar; y así en todo lo que se te pueda ocurrir.
El máximo exponente de este pensamiento diría que es aquella frase de Paulo Coelho que dice “cuando quieres realmente una cosa, todo el universo conspira para que lo consigas“. Todo el universo. Casi nada.
Esto viene a querer decir, básicamente, que nuestro pensamiento tiene el increíble poder de, por sí solo, cambiar la realidad estructuralmente según nuestros deseos. O que el universo está a la escucha de lo que quiero para movilizarse para conseguírmelo. No tengo muy claro cómo afectaría cada galaxia a conseguir tal efecto, pero a Coelho no parece importarle ese tipo de detalles. Igual que tampoco le importa el hecho de que el universo tendría que ponerse a conspirar para conseguir todo tipo de cosas contradictorias, porque puede que yo desee A y el de al lado desee justo lo contrario. Según la frasecita de marras, el universo va a conspirar para conseguir lo que los dos deseamos. ¿Qué ocurrirá? Por desgracia, Coelho tampoco nos lo resuelve. Una pena.
Se trata de una forma de pensar apta para vagos y egoístas. Egoístas porque sólo tiene en cuenta los propios deseos y pretende que toda la realidad (incluso el universo entero) se pliegue a mis caprichos. Y para vagos porque se deja en el tintero la parte complicada de todo el asunto: trabajar.
No me entendáis mal. El pensamiento positivo está muy bien, yo mismo he hablado alguna vez de ello. Pero no porque tenga algún tipo de capacidad de modificar la realidad, sino porque ayuda a cambiar la actitud ante lo siguiente que va a tocar, que va ser esforzarse para conseguir esos deseos.
La clave está en el esfuerzo. Sentarse a pensar en lo bien que va a ir todo sin luchar para que salga bien es como ir a pescar sin caña, pensando que el universo va a hacer que los peces salten ellos solitos a la cesta. Pero claro, el esfuerzo no vende tanto como esas “soluciones” facilonas, ¿verdad? ¿Quién atrae más, el sujeto que, con voz de gurú recién despertado, te dice que sólo hay que pensar positivamente para que todo cambie o el que te dice que hay que esforzarse, sudar la camiseta, y así todos los días?
Y, sin embargo, así es como cambian las cosas: creyendo que pueden cambiar y luchando para que cambien. Sin creer de verdad que puede hacerse, el ánimo acabará decayendo tarde o temprano. Sin luchar por aquello en lo que se cree… sencillamente no ocurrirá nada.