Luz de todos los luceros,
fuente de la Creación,
a ti que el mundo creaste
¿qué te puedo importar yo?
Señor del vasto Universo,
del ángel y el querubín.
Niño divino te hiciste,
¿tú te encarnaste por mí?
Haciéndote un débil Niño
mi arrogancia me derribas.
Si, Jesús, todo lo puedes,
limpia la vieja alma mía.
Quita lo que no te guste
y deja lo que prefieras.
Cámbiame para que mi alma
como la de un niño sea.
Niño Dios, a ti te pido
que nos liberes del peso
que dentro vamos cargando
dejando en nuestra alma un beso.