Tengo con el Lazarillo de Tormes una relación de amor-odio. Me lo hicieron leer tanto en mis años de escuela que lo tengo un poco de manía.
Además, me parece que se podría profundizar mucho más en el personaje. Que podría dar mucho de sí y apenas se le da trasfondo en el libro.
Su historia, al margen de la crítica social, es interesante. Puede llegar a apasionar. No deja de ser la de alguien que, sin tener nada, consigue abrirse camino por la vida como puede. Es el tipo de historia que tanto nos gusta, de superación ante la adversidad, de quien sigue adelante a pesar de las dificultades.
Por otra parte, ya tenía bosquejado el mundo de Alhemi para una trilogía de fantasía que tenía en mente y, de hecho, ya había comenzado a escribir.
Pero quería aprovechar ese mundo, expandirlo, darle más vida.
Y surgió la pregunta:
¿Y si Lázaro de Tormes hubiera nacido en Alhemi?
Y, para complicarlo un poco más:
¿Y si hubiera sido una niña?
Le di vueltas a la idea y me gustaba. El camino de Levena no sería exactamente el mismo que el de Lázaro, por supuesto. Sus circunstancias eran muy diferentes. Pero comencé a vislumbrar las ramificaciones en la historia que podía significar su presencia en Alhemi.
Así que me decidí a escribir esta breve novela en la que narro su origen y comienzo a introducir el mundo de Alhemi, un lugar marcado por profecías, magia y, al igual que en el mundo real, las elecciones que cada uno toma.