¿Por qué me miras, en la Cruz clavado,
de seca sangre tu cuerpo cubierto,
el corazón por cruel lanza abierto,
de tu excelsa majestad despojado?
¿Por qué, Señor, así me has mirado?
Dijeron, y creí, que habías muerto,
mas la vida me trajo el desconcierto:
los muertos no miran, ¡y me has mirado!
Señor, tu mirada no me merezco,
pero a mí vienes y me la regalas,
y, por ti, en lo hondo de mi alma florezco.
Ven, Señor, que con tu amor me acorralas.
¿Para qué el mundo, con el que embrutezco?
Llévame a la Vida que me señalas.
Octóvilo Mateos Matilla
A mí me ha llegado, y me dice lo que yo quisiera decir y no digo, o no me sale.
Jorge Sáez Criado
Muchas gracias.