¿Qué es orar? ¿Qué es la oración en realidad?

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Hablar con Dios

Orar es hablar con Dios. Ya está, podemos dar por terminada la entrada.

Al menos, esa es la respuesta más habitual que se le da a esa pregunta. Muchas veces te encontrarás con catequistas y sacerdotes que te dirán eso y no pasarán de ahí.

Quizá no sea más que una simple forma de resumir la realidad, de hacerla más digerible, más fácil de recordar. Al fin y al cabo, hablar con alguien es un acto muy cotidiano.

Es más, la relación con Dios tiene que basarse en el amor. En la Biblia, la mayor carta de amor jamás escrita, Dios hace referencia una y otra vez a la relación entre su pueblo y Él mediante el lenguaje conyugal. Y, por tanto, apartarse de Él es prostituirse y ser adúltero.

Y ¿qué noviazgo o matrimonio saldría adelante sin el simple acto de hablar, del encuentro para compartir las experiencias e inquietudes de la pareja?

Sin comunicación, cualquier relación se va marchitando hasta que desaparece.

¿Qué es la oración? Hombre rezando

De hablar a una relación consciente

La mejor definición que he visto de oración es: la relación consciente con Dios.

Es una definición que va mucho más allá que el clásico «hablar con Dios», pero que la incluye de una manera perfecta y armónica.

¿Qué ocurriría si pretendiéramos mantener un noviazgo solo a base de monólogos? ¿Si los momentos de silencio entre los novios fueran incómodos?

Está claro que ahí fallaría algo.

Porque no se trata solo de hablar, sino de compartir la vida.

Orar no es solo hablar con Dios. También es escucharle. Y, para eso, hace falta callarse. Dejar de hablar para prestar atención. Dos personas que hablan a la vez es muy difícil que lleguen a entenderse, ¿verdad?

¡Estamos ante el Señor del universo! ¿En serio solo vamos a hablar y hablar? ¿No tenemos interés en lo que nos quiera decir?

En cualquier relación, los momentos de silencio son fundamentales. Momentos en los que simplemente estar junto a la persona amada, disfrutando de su presencia junto a ti.

Eso también es cierto para la relación con Dios. Y sí, también es oración.

Igual que es oración tenerle presente en nuestros actos cotidianos, de la misma manera que el enamorado recuerda cada dos por tres a su novia, a su mujer. Esto alimenta la relación entre ambos, porque hace que todo nuestro ser apunte en la dirección de la persona amada.

Los enamorados releen las cartas que se han mandado. Miran con afecto la foto de su pareja. Recuerdan los regalos que se han ido haciendo.

Podemos leer la Biblia, pero no como si fuera un simple libro, sino buscando lo que Dios nos quiere decir en cada momento con lo que estamos leyendo.

Podemos elevar nuestro espíritu para dar gracias o simplemente saludar al Señor cuando vemos un crucifijo o una estampa. Podemos rememorar y dar gracias por todo lo bueno que Dios nos da. Y, por supuesto, pedir perdón por todo lo malo que hemos hecho, que eso también es oración, es relación consciente con ese Dios que nos ama y al que amamos.

La oración es un privilegio

Piénsalo bien: podemos relacionarnos con quien creó todo el universo y lo mantiene en la existencia, incluyéndonos a cada uno de nosotros.

Si pudiéramos estrechar la mano y ya no digamos hablar un rato con esa persona a la que tanto admiramos, nos sentiríamos emocionados y afortunados.

Sin embargo, la relación con Dios no la vemos así (hablo en general, por supuesto). Nos hemos acostumbrado a Él y no nos damos cuenta de la inmensa grandeza y misericordia que muestra el que Dios nos ame tanto que quiera que nos encontremos con Él. Que le demos la mano y compartamos alegrías y tristezas con Él.

Cambiemos de raíz esa visión que tenemos de la oración. Salgamos del simple «hablar» para vivir el privilegio y la alegría de la relación. Así, la oración se hará vida, y la vida, oración.

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Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.