Hoy celebramos san José Obrero y no me he querido resistir a escribir unas palabras sobre él.
Una de las cosas que más me llaman la atención es que alguien que casi podríamos decir que es un «personaje secundario» en los Evangelios tenga en realidad tanta importancia. En los Evangelios casi ni se le menciona (lo que lleva a una sorpresa aún mayor cuando uno se entera de que sobre él se han escrito mares de páginas). No se recoge ni una sola de sus palabras. Pero lo que sí se recoge es más importante que todo eso. Por una parte, se dice que es un hombre justo. Y, por otra, se añade hasta qué punto se fiaba de Dios. No dudó en cumplir los encargos que Dios le hacía por medio de sus ángeles. Ni una pregunta, ni un comentario. Nada. Calla y obedece.
La Virgen María es la Llena de Gracia. Pero José, aun sin llegar a ese nivel, también estaba lleno de Dios. Toda su vida estaba orientada a cumplir su voluntad. No es raro que fuera elegido para hacer las veces de padre de Jesús. ¿Con quién estaría mejor?
Hace un tiempo me hablaron de la teoría de que José y María realmente no se querían y que a ella la obligaron a casarse con él. Me parece, hablando en plata, una soberana estupidez. ¿Qué sentido tendría que Dios, que es Amor, en su Segunda Persona se encarnase y naciera en una familia en la que el amor no es la bandera distintiva? Sería un absurdo.
José enseñó a Jesús a ganarse la vida, a ser responsable, a cumplir con el deber. José fue la figura paterna perfecta, justo la que necesitaba Jesús para complementar la figura materna perfecta de María.
San José debe ser un modelo para todos los que somos padres. Y, por supuesto, para los trabajadores. No podemos olvidar que la fiesta que se celebra hoy es san José Obrero. Su misión fue cuidar de Jesús y María dentro de una vida de familia abierta plenamente a la voluntad de Dios, sin descuidar el aspecto laboral. Y la cumplió a la perfección. Seguro que Jesús le ayudó desde bien pequeño en el taller.
Ojalá al morir podamos, como él, hacerlo teniendo al lado a María y a Jesús. No se me ocurre mejor manera de morir.