Si conocieran a la Iglesia…

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Hace poco, comiendo en mi lugar de trabajo, tuve la oportunidad de oír parte de una conversación que tenía lugar en una mesa relativamente cercana.

La verdad es que no quedaba más remedio, porque la que llevaba la voz cantante no era muy discreta que digamos. Así que me sacó de mis propias disquisiciones mentales para escuchar todo un catálogo de tópicos que repetía con el convencimiento con el que un loro repite las palabras que le han enseñado a decir. Que si los curas son pederastas e invertidos (sic), que si la Iglesia dice tal o cual cosa sobre la homosexualidad… Vamos, un clásico.

Lo más sorprendente es que estaba convencido de que esas opiniones me iban a enfadar o irritar. Pero, en su lugar, me invadió la pena.

Pena por la cantidad de loros que se limitan a repetir lo que los «creadores de opinión» les sirven en bandeja, sin pensar en que pueden estar equivocados o, directamente, que pueden estar siendo manipulados sin ningún pudor ni oposición.

Pero, especialmente, pena porque no conocen la doctrina de la Iglesia. La de verdad, no la versión que organizan otros. Pena porque se han cerrado a sumergirse en la belleza y el orden que emana de cada palabra que forma ese hermoso cuerpo doctrinal que conforma la fe de la Iglesia.

Toda esa belleza se la pierden, sin más recompensa que la ignorancia y la necedad. Y, quizá, las migajas agridulces que esta sociedad enferma aporta al ego de quienes sucumben a sus idolátricos dogmas.

Belleza que surge del amor. Del amor de un Dios que mira mucho más allá de las opiniones y la ignorancia, que es el Ser, el Saber, la Verdad. Que nos conoce por completo, nuestras debilidades, nuestras fortalezas, nuestras culpas y nuestros atenuantes, nuestros sufrimientos y nuestras alegrías.

La Iglesia es la puerta y el camino seguro hacia esa belleza. Es embarcarse en el amor sin importar lo que otros puedan querer distorsionar esa palabra. Y eso no les gusta a los ídolos a los que tan acostumbrados estamos, porque reclaman una adoración que la Iglesia jamás les dará.

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.