Soy un fracasado, no le importo a nadie

FénixQuizá hayas tenido la tentación de pensar así en algún momento de tu vida. Te entiendo. Yo también. Tal vez esos pensamientos se repiten con frecuencia. Tal vez sean esporádicos pero intensos.

Ves que lo que haces, lo que dices, no tiene relevancia alguna. Que lo que tú haces siempre parece estar equivocado, pero si lo hace el de al lado es lo correcto. Que tu opinión no tiene ningún valor. A veces estás rodeado de gente, incluso te saludan, te dan palmaditas en la espalda, te ríen las gracias, se sacan fotos contigo. Pero te sientes solo. Sientes que todo lo que hagas está condenado al fracaso porque lo has visto ya, porque ha sido así en tantas y tantas ocasiones que ya ni las puedes contar.

Te sientes fracasado. Como si tu vida no tuviera ningún sentido. Como si no importaras, ni tú ni lo que hagas. Eso sí, cuando alguien quiere algo de ti, no tiene problema en exigírtelo. Lo cual no hace más que añadir dolor.

Quizá también has sufrido o sufres la falta de amistades verdaderas. Quizá alguien que era casi como un hermano para ti te demostró que no, que ni siquiera le importabas. Traiciones, engaños, decepciones… hacen mella. Mucha mella. Y duelen como poca gente sabe.

Desde luego, nadie que no lo haya sufrido tiene ni la más remota idea.

Como ya te he dicho, no es algo que me sea ajeno por completo.

¿Sabes por qué acompaño esta entrada con el dibujo de un fénix? Porque tienes que levantarte de nuevo, amigo mío. Tienes que resurgir de tus cenizas. Porque te están asfixiando y, si las dejas, te aplastarán.

La lucha duele. Lo sé. Agota. Un día tras otro, un día tras otro, aunque pueda parecer que no hay cambio. Pero lo hay. Aunque no lo percibas, lo hay. Cada minuto que luchas te haces más fuerte. No lo dejes. No abandones.

Sientes que no le importas a nadie. Bien. No hagas caso a ese sentimiento. Solo es un sentimiento y no tiene por qué reflejar la realidad. Los sentimientos mienten. Mucho y muy bien. Así pues, ¿es verdadero? ¿No es verdadero?

No importa. Repítelo, por favor: no importa. Lo que importa es que eres valioso, eres alguien que, con su sola presencia, puede cambiar la vida de los que tiene alrededor. Sí, aunque no lleguen a darse cuenta nunca. Pero tú lo sabrás. Y Dios. Con eso basta.

No sé si eres creyente o no. Yo sí, como ya te habrás dado cuenta. Y puedo asegurarte que eso me ha dado fuerzas donde, de otra manera, habría fracasado. Pero si no lo eres, aun así todo esto te puede ser de utilidad.

Haz justo lo contrario de lo que te sugiere ese momento de tristeza, de sufrimiento. Transforma ese sentimiento negativo en algo positivo luchando por que sea a ti a quien le importan los demás mientras tienes presente que puedes cambiar la vida de todos aquellos con los que te vas encontrando por la vida.

Porque sí, puedes hacerlo. Lo estás haciendo aun sin darte cuenta. Dios te puso aquí para algo. Tu función, amigo mío, es cambiar el mundo.

No dejes nunca de luchar. Nunca, ¿me oyes? Nunca. Renace de tus cenizas y vuela, inflamado en las llamas del amor incluso por aquellos que no te comprenden, que te ignoran, que te rechazan. Inflamado por las fuerzas de quien se ha dado cuenta de que su poder, su fuerza, no reside en lo que otros piensen de él. Deja a los pies de la Cruz los sufrimientos que te intentan aplastar y no les prestes más atención. Es difícil, lo sé por experiencia. También sé por experiencia que es muy importante. A mí, al menos, me ayuda mucho. Es duro porque esos sentimientos y esos pensamientos reclaman tu atención. Volverás a ellos. Lucharás. Y ganarás.

Eres más fuerte de lo que crees. Eres más fuerte de lo que esos sentimientos te dicen.

Y, si crees que vas a fallar, que no lo vas a conseguir, si tus pensamientos se vuelven más oscuros, más negativos, no dudes en hablar de ello. Habla con un profesional, no te avergüences. No pasa nada. También forma parte de la lucha. Lo importante es no rendirse jamás.

Jamás.

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Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.