Gracias, Alfie, por ayudarnos a despertar
Hace unos días conocí a un niño. No recuerdo el contexto en el que supe de él, pero desde el momento en el que le conocí, aunque solo fue a través de Internet, de las noticias que me llegaban de él, tuve la sensación de que podría ser mi hijo, mi sobrino… mi amigo.
Se llamaba Alfie Evans. Tenía 23 meses y estaba ingresado en el hospital Alder Hey de Liverpool por una enfermedad degenerativa no diagnosticada. Estaba enchufado a un respirador artificial.
Perdón, ¿he dicho ingresado? Quise decir encerrado. Porque resulta que los «médicos» del hospital habían decidido que la vida de Alfie no merecía la pena ser vivida y querían matarle quitándole el respirador. Los padres no estaban de acuerdo. No lo estaban en absoluto. Pero los «médicos» no daban otra opción. Ni siquiera permitían que se lo llevaran. Y la «justicia» británica le dio la razón a los «médicos».
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, por cierto, tampoco quiso mover ni un dedo por la vida del niño. Y yo que creía que el derecho a la vida estaba entre esos derechos.
Los padres… ¡Qué leones! Tom Evans y Kate James. Ellos … Sigue leyendo