¡Feliz… y rebelde Navidad!
Es un hecho que estamos sumergidos en un mundo buenista en el que todo tiene que ser uniforme para no sobresalir. En cuanto algo o alguien contradice el discurso aceptado por las masas, el políticamente correcto, el que no tiene ni un ápice de interés ni de sustancia, empiezan las susceptibilidades, las acusaciones, las miradas torvas.
Todo tiene que estar procesado por el sistema, digerido por él y expulsado de forma que no ofenda a nadie. A nadie relevante, claro está. A los cristianos, en especial a los católicos, se les puede ofender gratis. De hecho, en España la «Justicia» ampara a quienes se dediquen a ofenderlos. Es el sistema el que define lo que es ofender, a quién se puede ofender y a quién no.
¿El sistema? No me termina de gustar esa expresión. Es demasiado abstracta, y las abstracciones suelen servir para ocultar respuestas y responsabilidades. Es como lo de amar a la humanidad pero no al vecino.
El sistema lo definen los políticos, podríamos decir. Sean los que tenemos a sueldo para que nos vacíen los bolsillos de forma directa, … Sigue leyendo