No dar de comer a los trolls

No sé si conocéis lo que quiere decir “troll” en los términos de los foros de Internet. Un troll sería una persona que entra en un foro, blog o similar para “buscar pelea”. Se dedicará a provocar, insultar, tergiversar y hacer todo lo posible para que la gente pierda los nervios y se lancen a su mismo juego contra él. Y, entonces, objetivo logrado.

Contra esta forma de actuar, una de las reglas más conocidas es la de “no alimentar al troll“. Es decir, no responder a sus provocaciones. Ignorarle. Como si no existiera. Se acabará aburriendo y se marchará. Porque, en cuanto alguien entre en su juego, ya tiene diversión.

Esto que vemos en Internet es así porque en la realidad también es así. ¿O no conocemos todos a alguien al que le gusta atacar a los demás, buscar conflictos, discusiones, peleas (aunque sólo sean dialécticas)? Sin importar si se trata de temas serios o no, el único objetivo es ser el centro de atención, tener unos minutillos de fama. ¡Ojo!, que no es lo mismo alguien que, de cuando en cuando lanza pullas que un troll hecho y derecho. Hay que … Sigue leyendo

Gracias a Dios, creador de la luz

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En un libro de fotografía (concretamente, de retratos) que estoy leyendo, en la página de agradecimientos, aparece un texto que, hoy por hoy, podría resultar chocante: le da las gracias a “Dios, creador de la luz”. Una frase tan sencilla da para reflexionar mucho.

Seguramente no se nos ha ocurrido nunca pensar cómo sería un universo sin luz. Sin ningún tipo de luz. No me atrae absolutamente nada tal tipo de universo. En el caso de que fuera posible, que tengo serias dudas, sería un lugar frío, inhóspito, probablemente sin vida.

Gracias a la luz tomamos conciencia de lo que nos rodea. Traducimos la luz que nos llega a los ojos en distintos colores, que a su vez nos ayudan a establecer una cierta relación con el mundo externo. ¿Parece una frase complicada? Pues sólo hay que ver cómo nos fijamos en si una pieza de ropa combina con otra para darnos cuenta de la importancia de esos colores.

Pero, ¿y los ciegos? Bueno, ¿quién ha dicho que la luz se limite a lo que vemos? ¿Acaso … Sigue leyendo

Cadenas de correo

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No recuerdo haber visto ninguno en formato físico, pero desde la llegada y popularización del correo electrónico son una auténtica plaga. Sí, me refiero a esos odiosos correos en los que te cuentan cualquier historia delirante y terminan pidiéndote, de mejor o peor manera, que lo reenvíes a todos tus contactos.

Lo verdaderamente increíble es que la gente obedece. Es más, no sólo obedece, sino que se cree a pies juntillas lo que dice ese correo, que ha escrito originariamente alguien que nadie tiene la más remota idea de quién es.

¿Por qué ese acto de fe? Pues, por mal que quede, creo que la respuesta es que no nos gusta pensar. Preferimos que los demás piensen por nosotros. Así que si me ha llegado un correo de alguien a quien conozco, aunque me diga que hay que salvar el ecosistema del monstruo del Lago Ness porque los residuos de los OVNIs que pasan por la zona son altamente contaminantes, voy y me lo creo. Y si me dice que lo reenvíe, yo lo reenvío. Sin más comprobaciones. Porque, seamos sinceros: ¿cuál fue la última vez que te llegó un correo que era obviamente uno de … Sigue leyendo

Dios no es un sentimiento

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Recuerdo que, ya hace bastante tiempo, en un portal católico, ante una noticia que ahora no sé cuál era, alguien escribía, en un comentario, que “Dios también es un sentimiento“. Firmaba ese comentario alguien que ponía antes de su nombre “P.”. Quiero pensar que no se trataba de un sacerdote y que esa letra pe no quiere decir “padre”. Porque lo que dejó escrito y defendió es una auténtica barbaridad.

Si Dios fuera un sentimiento tendríamos un verdadero problema. No podríamos confiar en Él. Hoy diría una cosa, pero sin ninguna garantía de que, pasado un tiempo, no fuera a cambiar de opinión. Dado que uno de los atributos de Dios es precisamente ser inmutable, llegamos a un absurdo lógico. Porque los sentimientos son mutables. Muy mutables.

Es curiosa la obsesión con los sentimientos que se tiene en algunos círculos. Como si fueran los sentimientos los que definen la realidad. Como si nos definieran. Como si fueran la verdad. Un ejemplo: leyendo un libro de un autor de Nueva Era me encontré con algo muy socorrido hoy por hoy y que venía a ser lo siguiente “si lo sientes así, hazlo“. ¿Para qué … Sigue leyendo

Busco un centro de gravedad permanente

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“Busco un centro de gravedad permanente, que no varíe lo que ahora pienso de las cosas, de la gente”. En esta frase, Franco Battiato ha expresado, no sé si queriendo o no, el gran problema de la mentalidad simplona, sentimentalista, egoísta y nuevaerista que nos invade. Es un resumen muy, muy bueno.

Todos buscamos un centro de gravedad permanente, un punto de referencia, un centro de coordenadas. Algo que nos indique si vamos en la dirección correcta o hacia dónde encaminarnos cuando no estamos seguros. Algo a lo que hacer referencia para poder decir si algo está bien o está mal, porque el relativismo, sencillamente, es imposible de mantener coherentemente. Necesitamos ontológicamente encontrar nuestro punto, nuestra situación, en un sistema de coordenadas. Y, por eso, necesitamos encontrar ese punto a partir del cual todo cobra sentido.

Ahora bien, encontrar ese punto de referencia puede implicar algo muy serio: nada menos que el darse cuenta de que todo lo que pienso, todas mis supuestas verdades, no son ciertas. Darse cuenta de que tengo que cambiar, quizá radicalmente.

Eso no nos gusta, así que hacemos trampa y nos montamos un centro de gravedad a nuestra medida. En realidad, muchas … Sigue leyendo

Peculiar tolerancia

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Quien más quien menos tiene experiencia de que le acusen de intolerante por pensar de una forma diferente a lo establecido comúnmente en la sociedad. O, directamente, por ser católico y demostrarlo. Dado que quienes eso hacen se tienen por tolerantes, se me ha ocurrido compilar unas pocas reglas que parecen ser seguidas por estos sujetos tan tolerantes.

Reglas de la tolerancia (según la entienden algunos):

  1. Ser tolerante implica ser políticamente correcto.
  2. Se es tolerante con quien nos dice lo que queremos oír. Los demás son unos intolerantes y a esos no hay que tolerarlos.
  3. Con los intolerantes no hay ni que esforzarse en discutir. Con insultarlos, sobra. Si después de tales argumentos no pasan a ser tolerantes, habrá que denunciar su acoso e intolerancia. Porque ese empeño en no pensar tan bien como los demás está claro que es por su propia intolerancia.
  4.  Si un intolerante no permite que un tolerante le insulte (por ejemplo, porque le bloquea en Facebook), otro tolerante tendrá que ir a decirle que es un intolerante por no dejarse insultar. No puede ser que se le coarte su sacrosanto derecho a humillar a quien no es políticamente correcto.
  5. El tolerante no debe
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Soy un dogmático impenitente. Y tú también.

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¡Qué le vamos a hacer, así es la vida! Muchos nos acusan a los creyentes de dogmáticos, como acusándonos de no tener pensamiento propio. El único problema (un muy serio problema) es que, si supieran lo que es un dogma, se darían cuenta de que ellos también son dogmáticos. Y también en el mismo sentido en el que lo usan.

¿Qué es un dogma? Un dogma no es más que un principio, un axioma. Algo que se toma como base para un sistema, sea científico, sea religioso, sea filosófico… Ya, decir axioma queda más bonito. Pero, para el caso, es lo mismo. Si yo afirmo que uno más uno son cuatro, me salto alegremente axiomas matemáticos. Soy muy libre de decirlo, pero no estoy haciendo matemáticas. De la misma manera, si yo afirmo que Cristo no es Dios, me salto un axioma católico. Un dogma. Soy muy libre de decirlo, pero no estoy profesando la fe católica. Así pues, tan dogmático es el católico como el matemático cuando se empeñan en defender que las bases de la fe católica o de las matemáticas son las que son y no otras.

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18 lecciones aprendidas ante un tablero de ajedrez

Bobby Fischer dijo que “el ajedrez es la vida“. Yo, aunque me guste el ajedrez y lo considere una de las mejores maneras de fortalecer el pensamiento lógico y la concentración, no llego a tanto. Pero sí que puedo afirmar que el ajedrez es, a veces, como la vida. O la vida como el ajedrez. Y es que, de este ¿deporte? ¿juego? ¿ciencia? ¿arte? podemos obtener valiosas lecciones. A mí se me han ocurrido las siguientes, aunque seguro que hay más. Si a alguien se le ocurre alguna que no esté en esta pequeña lista que he esbozado, que no dude en indicarla.

  • Un peón puede convertirse en una dama. La pieza más humilde, con mayor limitación de movimientos, puede convertirse en la pieza más relevante (después del rey, claro) y con mayor potencia “de fuego”. Pero claro, eso cuesta esfuerzo. El peón tiene que conseguir llegar al otro extremo del tablero.
  • Un peón sólo puede avanzar. En ningún caso retrocede.
  • Las piezas más humildes en muchas ocasiones deciden la partida.
  • Eres el único responsable de tus movimientos
  • Cada movimiento tiene unas
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Jorge Sáez Criado, autor de ciencia ficción

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