Ayer fue mi cumpleaños. Treinta y siete años recién estrenados. Fue un día para celebrar, claro que sí, pero también para la reflexión. De hecho, ¿qué mejor momento para reflexionar que estos en los que ves de forma más evidente el paso del tiempo?
Como es natural, buena parte de mis pensamientos los han ocupado los acontecimientos de este año que he dejado atrás. Eventos buenos y malos que se han ido conjugando en mi vida a lo largo de estos trescientos sesenta y cinco días. He vivido un año intenso. Por citar algunas cosas: mi familia ha aumentado, he visto cómo un amigo me demostraba con hechos que no lo era, he publicado (por fin) mi novela Llorando sangre, me he encontrado con una serie de decepciones que me han ido haciendo replantearme una serie de cuestiones (todavía estoy en ello), he comenzado una aventura fotográfica junto a mi mujer…
El balance, en cualquier caso, es positivo. Lo bueno que me ha ocurrido es muy bueno. Lo malo, también tiene en parte su lado positivo. Por ejemplo, ver hasta qué punto ese amigo en cuestión lo era en realidad. Ahora tengo las ideas más claras. Podría decir que ha sido un muy buen año. Lo ha sido.
Esta reflexión, inevitablemente, lleva a encarar el futuro. Algo que siempre tiene su riesgo, es cierto, porque uno nunca sabe hasta qué punto sus previsiones se cumplirán. No podemos saber con certeza qué ocurrirá. Pero, por ejemplo, es previsible que continuaré con la andadura de Llorando sangre para llevarla lo más lejos que pueda. Espero terminar en breve, en cuestión de meses, la siguiente novela y mandársela a mi agente (si consigo encontrar tiempo para ponerme con ella). Empezaré, después, una nueva que supondrá un nuevo reto en muchos sentidos. Continuaré con el proyecto fotográfico. Y todo eso sin contar con el proyecto más importante de todos: mi familia.
Reflexiones, pensamientos, celebración… De todo un poco. Ahora a seguir adelante con las mismas o más ganas.
Y, por cierto, muchas gracias a todos los que os habéis acordado de felicitarme y a todos los que me apoyáis en mis aventuras. Muchas gracias.