Ya hace un año que nuestro gran amigo, Juan Pablo II, volvió a la casa del Padre. Parece que fue ayer cuando, con el corazón en un puño, desde todo el mundo se seguía paso a paso la evolución de la enfermedad que acabaría por matar su cuerpo, para dar el paso al lugar al que realmente pertenecía nuestro Papa. Demostró que, cuando se camina con Cristo, no hay motivo para tener miedo, sólo esperanza. Paz, esperanza, justicia, amor. En contraposición con la inestabilidad y la constante sensación de no saber a dónde se va, cuando se rechaza a Cristo. Y Juan Pablo II demostró claramente todo ello. Es más, demostró hasta qué punto la cruz es valiosa, hasta qué punto, lejos de ser un mensaje de derrota, de alguien muerto en unos maderos, es más bien un mensaje de victoria absoluta, un mensaje de amor. Nos mostró hasta qué punto el sufrimiento forma parte de la vida del ser humano, y la actitud con la que hay que aceptarlo. Porque, lo queramos o no, ser humano implica sufrir. Y no es lo mismo afrontarlo con pesimismo, abogando incluso por la eutanasia, que afrontarlo como una parte más de la vida, seguros de que, al final, la victoria es nuestra.
Como es normal, ayer hubo concentraciones y homenajes en todo el mundo para recordar a ese gran hombre que nos enseñó con su palabra y su obra la profundidad del evangelio de la vida.
– Homenaje de ACIprensa a Juan Pablo II
– Especial de “El Mundo” sobre Juan Pablo II
Para terminar, algunas citas de Juan Pablo II:
– La peor prisión es un corazón cerrado.
– La Iglesia es la caricia del amor de Dios al mundo.
– Cuando al hombre se le pone como medida de todas las cosas, se le convierte en esclavo de su propia finitud.
– Amar es lo contrario de utilizar.
– Si nos alejamos de Dios, ¿quién nos garantiza que un día un poder humano no reivindique de nuevo el derecho a decidir qué vida humana vale y cuál no vale?
– La democracia necesita de la virtud, si no quiere ir contra todo lo que pretende defender y estimular.
– Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Verdad y en realizar la Verdad.
– El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho, incluidos los de la libertad.
– El diálogo, basado en sólidas leyes morales, facilita la solución de los conflictos y favorece el respeto de la vida, de toda vida humana. Por ello, el recurso a las armas para dirimir las controversias representa siempre una derrota de la razón y de la humanidad.
– Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz.