El nuevo año ya está aquí. Y algo que se suele hacer son los famosos propósitos para el año que comienza. No es de extrañar, es un buen momento para recapacitar, mirar lo que ha quedado atrás y también mirar hacia delante. Aunque, seamos realistas, esos buenos propósitos suelen quedarse en el tintero a los pocos días. No nos gusta cambiar, tendemos a seguir la inercia de la vida y continuar igual que antes. Eso no cambia con un difuso propósito tomado entre campanadas y champán. Hay que tomárselo en serio. Un examen del año saliente puede ser una buena herramienta para el año entrante.
En mi caso, ha sido un año de mucho aprendizaje. El primero, el más importante, seguir aprendiendo a ser marido y padre. Eso no voy a dejar de aprenderlo nunca. Lo bueno es que me ayudan mi mujer y mis hijos. La mejor ayuda que podría tener.
Aparte de eso, este año ha tenido grandes decepciones. Es absurdo negarlo. Ha habido momentos muy complicados y muy duros de todo tipo. Sin embargo, de todo se aprende. También de esos momentos. Especialmente de esos momentos. Sé que suena a tópico, pero el hecho es que es en las dificultades donde uno descubre mucho que permanecía oculto, tanto de uno mismo como de los demás. Y es muy revelador, tanto para bien como para mal. Otra cosa es querer verlo, sobre todo lo que atañe a uno mismo. Es fácil ver cuándo te hacen daño, pero también es preciso darse cuenta de cuándo lo haces tú injustamente. Es algo más a tener en cuenta para el año que comienza.
Ha sido también un año en el que han avanzado algunos proyectos. Los cuatro o cinco que me leéis sabéis que tengo varios frentes abiertos. De vez en cuando lo comento en las redes sociales y actualizo la página de mis libros. Uno de los proyectos ya ha tomado forma, Meditando el Santo Rosario: Misterios gozosos. Todavía falta publicarlo en formato físico, pero ya está en marcha. Por cierto, que esto ha servido también para empezar a aprender un poquito de maquetación. Tenéis que saber una cosa: hay que admirar a los buenos maquetadores. Es un trabajo duro y poco valorado. Todos asumimos que un libro tiene que estar bien maquetado, pero no nos damos cuenta de todo lo que hay por detrás.
Otro proyecto, Apocalipsis: El día del Señor, está a punto de salir a la luz. Habría querido publicarlo este mismo año, pero por causas ajenas a mí no ha podido ser. Sin embargo, en algún momento entre enero y febrero de 2017 lo publicaré.
También parece que avanza el proyecto fotográfico de mi mujer, Sáez Fernández Fotografía.
Y, además, ha sido un año que ha visto la alegría y la emoción de un nuevo embarazo, lo que, si Dios quiere, nos convertirá oficialmente en familia numerosa el próximo año.
Y ¿qué es lo que espero del próximo año?
De primeras, crecer como cristiano y como persona. Ser cada vez mejor esposo y mejor padre. Si fracaso en eso, lo demás no importará demasiado. Este concepto abstracto lo tendré que actualizar cada día en acciones concretas para que no se quede en un simple buen deseo.
Avanzar como escritor. Ofrecerte historias cada vez mejores, las mejores que pueda escribir. Escribir buenos artículos que te hagan pensar, que te hagan sentir. Seguir adelante con la serie de libros Meditando el Santo Rosario. Espero terminar toda la serie este próximo año. Además, tengo la osadía de esperar tu ayuda para poder llevar a buen puerto estos proyectos. Al ser autor independiente necesito hasta el último apoyo. Te necesito a ti.
Espero que tú también hagas tu examen del año y lo utilices para elaborar propósitos concretos de mejora.
¡Feliz año nuevo!