En los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, la segunda contemplación de la segunda semana es del nacimiento de Jesús. Quiero compartirla con todos vosotros como idea para una celebración más viva del misterio en el que nos sumergimos. Las contemplaciones en los EE se estructuran en la oración preparatoria, tres preámbulos, tres puntos (al final de cada uno de los cuales hay que buscar sacar provecho espiritual de lo que acabamos de contemplar) y un coloquio final:
La sólita oración preparatoria: pedir gracia a Dios nuestro Señor para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina majestad.
El primer preámbulo es la historia; y será aquí cómo desde Nazaret salieron nuestra Señora, grávida cuasi de nueve meses, como se puede meditar píamente, asentada en una asna, y José y una ancila, llevando un buey, para ir a Belén, a pagar el tributo que César echó en todas aquellas tierras.
El segundo, composición viendo el lugar; será aquí con la vista imaginativa ver el camino desde Nazaret a Belén, considerando la longura, la anchura, y si llano o si por valles o cuestas sea el tal camino; asimismo mirando el lugar o espelunca del nacimiento, cuán grande, cuán pequeño, cuán bajo, cuán alto, y cómo estaba aparejado.
El tercero será el mismo y por la misma forma que fue en la precedente contemplación: demandar conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga.
El primer punto es ver las personas; es a saber, ver a nuestra Señora y a José y a la ancila, y al niño Jesús después de ser nacido, haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos, y sirviéndolos en sus necesidades, como si presente me hallase, con todo acatamiento y reverencia posible; y después reflectir en mí mismo para sacar algún provecho.
El segundo: mirar, advertir y contemplar lo que hablan; y, reflictiendo en mí mismo, sacar algún provecho.
El tercero: mirar y considerar lo que hacen, así como es el caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido en suma pobreza, y a cabo de tantos trabajos de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí. Después, reflictiendo, sacar algún provecho espiritual.
Acabar con un coloquio, así como en la precedente contemplación (pensando lo que debo hablar a las tres Personas divinas, o al Verbo eterno encarnado, o a la Madre y Señora nuestra, pidiendo según que en sí sintiere, para más seguir e imitar al Señor nuestro, ansí nuevamente encarnado), y con un Pater nóster.