Hace no mucho estaba leyendo una web, no importa ahora mismo cuál, sobre marketing para escritores. Algo bastante normal cuando uno es un autor independiente, todo hay que decirlo.
El caso es que, en un momento dado, me encontré la pregunta clave: ¿por qué debería a alguien importarle lo que escribes?
¿Por qué debería nadie darme el privilegio de leer ya no mis libros, sino también estas entradas en el blog? ¿Por qué tendría que tener el honor de que tú que estás leyendo esto decidieras que quieres comprar alguno de mis libros?
¿Por qué?
El hecho de que esté escribiendo esto creo que es buena muestra de que la pregunta en cuestión impactó en lo más hondo. Porque, querido lector, no puedo darte una respuesta. Aunque me gustaría, de verdad que me gustaría, poder decirte: tienes que leerme por esto, por esto o por lo otro, no puedo.
Lo único que puedo es contarte lo que yo veo en el acto de escribir. Nada más. Con la esperanza de que, al decirte por qué escribo, tú puedas conectar de alguna manera con esta visión de la escritura y me des el honor y el privilegio de leer mis obras.
Para mí, escribir no es sólo un ejercicio mental para demostrar que sé hacerlo. Tampoco es un pasatiempo ni un ejercicio de escribir por escribir.
Para mí, escribir es plasmar en historias, en poesía, en artículos, en ensayos, lo que llevo dentro. Ya, ya lo sé. Como definición es muy pobre. Quizá incluso manida. Pero poco más puedo decir. Se trata de una necesidad interior, de un impulso.
Veo la escritura como la veía Tolkien, como un acto de subcreación. Surge una idea y, por la palabra, creo un universo con sus reglas, sus habitantes, sus peripecias. Es casi místico, pues al escribir imito pobremente, muy pobremente, el acto de crear de Dios.
También como una misión, como una grave responsabilidad tanto hacia mí, que me traicionaría a mí mismo si no escribiera, como hacia los demás, ya que si una idea persiste y se empeña en ser escrita es porque tiene que ser contada. Yo no sé el camino que recorrerán mis historias una vez que salen de mi mente. Lo que sí sé es que si hacen que la vida de alguien mejore de alguna manera, habrá merecido la pena.
Sólo puedo prometer una cosa: sinceridad. No vas a encontrar en mis textos cambios basados en lo que se venda mejor o peor en el momento. Me gusta ser fiel a mis principios. Creo que es algo vital.
¿Por qué deberías leerme? No tengo ni idea. La decisión, en cualquier caso, es cosa tuya. Yo seguiré escribiendo, esperando que mis historias, ensayos, artículos enamoren a lectores valientes que se atrevan a leer a un autor católico e independiente, sin respaldo de grandes editoriales. Con el único respaldo de los lectores.
Y ese es el respaldo que me importa.