Capilla Sixtina

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De toda la Capilla Sixtina, probablemente lo que más me guste sea la escena de la creación de Adán. Pero por un detalle que, hasta hace no mucho no veía, pero del que me dí cuenta poco antes de viajar a Roma.

Fijémonos en la obra. Dios en el lado derecho extiende su brazo para tocar el dedo de Adán y darle vida. Por lo general, todos nos fijamos en los dos dedos que casi se tocan. Pero no nos centremos en ese detalle por un momento, sino en la actitud que parecen reflejar los personajes. Quizá sea algo subjetivo, pero yo lo que veo es a Dios esforzándose por llegar a su criatura, estirándose, dando la sensación de que, en cualquier momento, se cae a tierra. Dios es la parte activa. En cambio, a Adán le veo como pasota, con el brazo no demasiado estirado, con la mano como si le pesara. Recostado, sin hacer ningún esfuerzo. Pasivo por completo.

Eso hace reflexionar sobre dos cosas:

Por un lado, la realidad de que, desde el principio, es Dios el que más se esfuerza por encontrarse con nosotros. Él pone toda la carne en el asador, llegando incluso a asumir en su Segunda Persona la naturaleza humana para pagar por nuestros pecados. Nosotros tendemos más bien a quedarnos recostados y medio atontados. Nuestra respuesta suele ser bastante floja. No nos lanzamos a sujetarnos a ese brazo tendido, sino que nos quedamos tumbados esperando a ver si ese brazo nos llega de la manera en la que a nosotros más nos guste. Y así no funcionan las cosas.

Por otro lado, deja bien claro que Dios es la parte activa.

La “Creación de Adán” representa para mí la actitud contrapuesta del hombre y Dios, y por consiguiente, el cambio de actitud necesario. En una palabra, es una llamada a salir al encuentro de Dios, que llama. Y, una vez que le dejas entrar, agarrarte a Él con todas tus fuerzas para siempre.

Si queréis ver una reconstrucción buenísima, con imágenes de alta calidad de la Capilla Sixtina, podéis pulsar aquí.

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.