Culturetas

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¿Qué pasa en el autodenominado «mundo de la cultura» desde hace un tiempo? No sé vuestra impresión, pero a mí me da la sensación de que hay una cierta parte de sujetos de ese mundillo que parece estar convencida de que la Iglesia es una especie de freno de la cultura y del avance científico.

Los comecuras, los que creen que, a estas alturas, descubren tremendas confabulaciones en las que la Iglesia habría ocultado terribles secretos durante dos mil años, los que quieren sacar a la Iglesia de la Universidad. Los que se creen adalides del pensamiento racional. Otro cultureta venido a escritor que se queja de las manifestaciones en favor del «maldito derecho a la vida». Alguno por ahí que se enorgullece de dar ideas sobre personajes bíblicos en sus libros que no le gustarán a la Iglesia.

Sí, uso la palabra «cultureta» para definir a estas personas. Porque un cultureta es, según el DRAE, «una persona pretendidamente culta». Pero sólo pretendidamente. Porque si fueran cultos, sabrían que, por ejemplo, el origen de la Universidad está en la Iglesia. Se darían cuenta de que, donde más han avanzado la ciencia, la tecnología y las libertades civiles es, precisamente, en los países de tradición cristiana. Se darían cuenta de la ingente cantidad de cultura en todas sus diversas formas que se ha desarrollado en el seno de la Iglesia. Sabrían que el primero que ideó la teoría del Big Bang fue un sacerdote católico. O que el que asentó las bases de la genética fue otro sacerdote católico. O que hay importantes científicos católicos. Y un larguísimo etcétera.

Puede que se trate de algún tipo de estrategia para parecer «rebelde» ante las masas idiotizadas y ganar algún nuevo cliente, o sencillamente son una panda de necios venidos a más. Pero lo más triste es que su público se trague sus tonterías sin ningún espíritu crítico y luego las repita como nuevos dogmas.

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
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Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.