No tienen ni idea de lo que es el matrimonio

publicado en: Vida cristiana | 0

¿Qué es el matrimonio?Esta semana he tenido el privilegio de poder celebrar un año más junto a mi mujer y e hijos nuestro aniversario de boda. Una celebración muy sencilla, sí, pero con el sabor del agradecimiento a Dios por estos años. Unos años en los que hemos tenido momentos buenos y momentos no tan buenos, pero que se han ido solucionando sin dejar espacio a la rendición.

Hoy por hoy, pocos deciden casarse. Muy pocos. Y de los que lo hacen, me temo que muchos van con la idea de que es algo que se puede deshacer a voluntad. Como si pulsar “Ctrl. Z” sirviera también para la vida.

De hecho, me parece que mi mujer y yo formamos parte de una orgullosa minoría, ahora que lo pienso.

Pero ¿cuál es el motivo de ese rechazo al matrimonio? Porque de la misma forma lo rechaza el que no lo quiere como el que lo quiere tan descafeinado que espera poder romperlo a las primeras de cambio.

¿Quizá invoquen a la libertad? Si es así, es una mentira. Más bien al contrario, me da la sensación de que se trata de miedo a la libertad. Porque la libertad implica elección. Implica que yo, como persona libre, elijo una de las opciones que tengo delante y, por tanto, rechazo las demás. Si alguien va dando tumbos, viviendo como casado pero sin casarse por si acaso, en realidad no es libre. Es un esclavo de ese “por si acaso”. No está seguro de su amor. Por mucho que haya convivido, que pretenda que vive igual que alguien casado, no es verdad y, en el fondo, lo sabe. Por eso no se casa.

No en vano, el matrimonio es un asunto de amor. El amor no es un sentimiento, de la misma forma que el matrimonio no es un lugar donde el sentimentalismo mora y se comporta como un dictadorzuelo. El amor es una elección. Comenzó acompañado de un sentimiento, claro que sí. Pero ese amor debe madurar o, irremediablemente, morirá por su propio sentimentalismo.

El matrimonio hace que de forma pública, ante la comunidad, ante nosotros mismos y ante Dios, nos hagamos responsables de ese amor. Nos comprometamos a madurarlo, a hacerlo crecer, a no dejar que vaya dando bandazos. Nos comprometemos a amar pase lo que pase hasta que la muerte nos separe. Ojo, que se trata de una promesa delante de testigos. Ya solo eso asustará al cobarde. Normal. Es que el matrimonio, el de verdad, no es para cobardes. Es un compromiso de por vida.

Un compromiso en el que nos prometemos y prometemos a la sociedad y a Dios mismo que nos seguiremos eligiendo el uno a la otra y viceversa todos y cada uno de los días de nuestra vida.

Todos y cada uno. Sin excusas.

Además, el hecho de hacer un ritual nos sirve también para marcar, para rubricar ese momento que es un nuevo inicio. Dentro del matrimonio católico, el único válido para los bautizados, es un morir a nuestro ser anterior, a nuestro egoísmo, para resucitar como una nueva criatura, como un matrimonio en el que ya no somos uno y otra, sino que somos una unidad, un matrimonio, y las decisiones que tomemos influirán al otro.

En una época tan flojita como la que estamos viviendo, tan caracterizada por los compromisos de usar y tirar, un compromiso como el matrimonio, como el amor de verdad, rechina. Revuelve muchos estómagos que no ven cómo digerirlo. El punto positivo es que el hecho de que se empeñen en vivir “como si estuvieran casados”, utilizando incluso palabras reservadas para los casados (mi mujer, mi suegro, mi cuñado) demuestra que el matrimonio sigue siendo como una especie de horizonte ideal para ellos. El punto negativo es que falta una educación que ayude y anime a vivir en busca de esos ideales, de compromisos fuertes, de alcanzar horizontes.

Eduquemos a nuestros hijos el valor del esfuerzo, que el amor no es sentimentalismo, que tanto el amor como el matrimonio se luchan y crean héroes.

¿Los flojos? Se seguirán conformando viviendo “como sí” en lugar de vivir la plenitud.

Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
Seguir Jorge Sáez Criado:

Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.