Llevo un tiempo dándole vueltas a la cabeza respecto a mi vida de escritor. Porque es bueno, de vez en cuando, plantearse cosas.
Sé que me gusta escribir. Me gusta ir descubriendo a mis personajes, averiguar lo que les ha ido pasando, intentar que ellos mismos se perfeccionen, que ellos mismos descubran cómo son por dentro. Me gustaría poder dedicarle más tiempo. Incluso, ¿por qué no?, ser uno de esos escasos agraciados que pueden dedicarse a escribir como única profesión.
Esta reflexión me ha lanzado también hacia el lector. Hacia ti, que me lees. Porque, ¿qué es un escritor sin un lector? Y ¿quién es el escritor para que el lector gaste su tiempo en leerle? ¿Cómo se llega al corazón de quien te lee? He llegado a la conclusión de que la clave está, precisamente, en perfeccionar mi escritura para que el lector disfrute, se sienta interpelado, reflexione. Para hacer que afloren en ti emociones y compartas, al menos un poco, mi mundo.
Mi compromiso es ofrecer en cada una de mis novelas la mejor historia que haya sido capaz de crear. Evolucionar con cada historia, no encasillarme en un género. Quiero ofreceros suspense, fantasía, ciencia ficción… Tengo ideas para ello. Sí, es un riesgo. Todo lo que hacemos conlleva sus riesgos. Puede que haya quien sólo quiera verme como escritor de un determinado tipo de obra. Pero tengo que ser fiel a mis ideales, y eso incluye escribir lo que crea que debo escribir, tanto en el caso de las novelas como de los artículos. Lo mejor que pueda, eso sí. Y con todo el cariño puesto en cada obra.
Y os necesito para sacarlo adelante. Al final no son otros sino los lectores los que le dan vida a los libros. Los que, cuando una historia les ha llegado, se la recomiendan a un amigo. Los que encuentran una cierta empatía y simpatía hacia el escritor. A mí me pasa con uno de mis escritores preferidos. Me gustaría llegar a ser digno de que a mis lectores también les pase. Que no sean tan sólo historias o artículos para un rato y ya está, sino que lleguen a lo profundo del lector. Como un diálogo en diferido.
Escribir. Un arte. Un oficio. Una necesidad. Una forma de comunicarnos en un mundo compartido.