Estoy en un momento un poco flojo anímicamente. Tengo que reconocerlo. Ser autor independiente y traductor a la vez que sigues en tu trabajo nutricio porque de algún sitio tienes que sacar el dinero para pagar las facturas hasta que todo esto arranque desgasta mucho. Y sí, incluso yo tengo mis momentos de bajón.
La carrera de escritor se ha dicho hasta la saciedad que es más una maratón que una carrera de velocidad. Yo añadiría que es una maratón con lastres en los pies y cuesta arriba.
O una pelea en la que el otro luchador es una mole de músculo que, para más inri, es tremendamente ágil.
Ante este panorama, no es raro perder de vez en cuando el ánimo. Los pasos se hacen cada vez más duros, tus golpes ves que no llegan a tu oponente. Eso sí, los suyos es muy raro que los consigas esquivar.
¿Y sabes qué? Así es la vida. La vida es lucha. Y si persigues un objetivo te vas a encontrar dificultades y problemas. Puede que, incluso, no lo alcances nunca.
Ahora bien, ¿te imaginas lo que ocurriría si un boxeador saliera al ring pensando que no va a conseguir ganar?
Pues que no va a ganar.
¿Y te imaginas un boxeador con miedo a llevarse un golpe?
Yo no.
Estas son cuatro cosas que podemos aprender de la lucha:
- Los golpes son lo normal. Las cosas no van siempre sobre ruedas. A veces sí, pero incluso esas suelen ir así porque antes nos hemos tenido que pelear para ello. Exponerse implica que te vas a llevar algún guantazo. Eso es así y es absurdo no tenerlo en cuenta.
- Tienes que aprender a encajar los golpes. Dado que son algo normal, tenemos que lograr que no nos impidan seguir adelante. Hay muchos tipos de golpe y muchas formas de enfrentarte a ellos. Te llegarán golpes suaves, que no te supongan casi sufrimiento. Pero también te llegarán fuertes o muy fuertes. Puedes intentar esquivarlos o bloquearlos, siempre que asumas que alguno te va a dar. Si has visto algún combate de boxeo o de cualquier arte marcial, sabes a qué me refiero.
- Si te tiran al suelo, levántate. Muchos golpes relativamente flojos pueden machacarte poco a poco, al igual que un golpe fuerte te puede destrozar en un momento. Puede que haya momentos en los que beses la lona. Pues muy bien, ¿te vas a quedar en el suelo, llorando y lamentándote? ¿O te vas a levantar para seguir recibiendo tortas y, con suerte, dar tú también alguna? Si no te levantas, has perdido. Se acabó. Si te levantas, puede que pierdas. Pero siempre habrá una posibilidad, cosa que no va a existir si te rindes. Que cada caída sea un acicate para volverte a levantar con más fuerza.
- Tienes que salir a pelear para ganar. La victoria, el éxito, la meta que te hayas puesto, no te la van a regalar. Si luchas, que sea para ganar. Si no, no luches. Escóndete. Renuncia a tus sueños. Pero recuerda: la elección es tuya. No podrás culpar a nadie.
Yo lo tengo claro: voy a seguir luchando por mis sueños. Caeré, pero me levantaré con más fuerza si cabe.
¿Y tú?