Tengo un sueño: conseguir vivir de lo que escribo para poder estar más tiempo con mi familia. Es un sueño difícil de lograr. Soy un autor independiente y, para qué nos vamos a engañar, a veces me da la sensación de que tengo «la negra»: no hay manera de sacar adelante mis proyectos literarios.
Eso implica que tengo que seguir en mi trabajo habitual como informático. No es algo apasionante ni bien pagado, pero me permite meter dinero en casa. Que ya es.
No me suelo levantar especialmente animado, pero hay algo que me ayuda todas las mañanas. Algo que me hace poner una sonrisa y afrontar el nuevo día un poco mejor.
¿Adivinas qué puede ser?
Todos los días, antes de irme a trabajar, tengo la oportunidad de dar un beso a mis hijos.
No te voy a decir que toda la vida como padre sea de color de rosa. Pero lo que sí que voy a afirmar categóricamente es que, al final, los momentos que tienen que definirla son estos momentos de cariño, estos momentos en los que se deja ver el cariño que nos tenemos.
¿A quién no le va a animar, por ejemplo, que venga tu hijo pequeño y balbucee un «te quiero mucho» mientras se abraza a tu pierna? ¿O que tus hijos y tu mujer te abracen en pleno?
Me gusta pensar, al final del día, cuando todos se han ido a la cama y me quedo yo solo ante el ordenador, intentando sacar adelante un nuevo libro, que no he sido mal padre ni mal marido ese día. Que mi familia ha podido ver, aunque solo sea de forma inconsciente, que lo que nos une es el amor, pero el de verdad, el que busca el bien del otro. Algo que vaya quedando como un poso en la mente y el ser de mis hijos.
Y, si quieres echarme una mano para que se cumpla mi sueño, te invito a conocer mis libros. 🙂