Os dejo la transcripción de una entrevista que me hicieron recientemente para el número 1110 de la revista Sembrar. Tengo que reconocer que ha debido de ser un trabajo de chinos resumir todo lo que estuvimos hablando Paco Peñacoba y un servidor sobre lo divino y lo humano para que quepa en el espacio destinado a la sección Testimonio vivo. 🙂
«Dios es escritor, creó nuestro mundo con sus personajes y nos ha dado vida»
Eres escritor por vocación…
Sí, porque ya desde pequeño me gustaba mucho leer. Además, como era de mal dormir, tenía a mi familia leyéndome cuentos por las noches, hasta que decidieron que era mejor comprarme los libros y que los leyera yo solo. Desde siempre no concibo la vida sin un libro, leo en cualquier momento del día, cuando tengo 5 minutos libres, y siempre me han gustado los libros de contenido filosófico, espiritual y trascendente.
Y de leer pasas a sentir la necesidad de escribir.. ¿no?
Así es, de leer a los demás me vino la necesidad de escribir lo que yo sentía. Primero comencé a escribir páginas sueltas, hasta que un día mi entonces novia, que ahora es mi mujer, me animó a escribir mi primer libro, que fue La Escala de la Felicidad, sobre reflexiones acerca de la vida, con temas como el aborto o la eutanasia, en una escala de valores que debemos ir superando para llegar al camino que conduce a Dios y a la felicidad. Ese fue mi primer libro.
¿Y te resulta fácil expresar lo que sientes?
No es fácil porque lo que sentimos habitualmente son dudas, inquietudes y problemas, pero en el fondo lo que todos buscamos es la verdad sobre nuestra existencia. La literatura permite reflejar muy bien estas situaciones a través de los personajes de ficción, pero que sirven de modelo de la vida real.
Pero es muy complicado conocerse a uno mismo, ¿no?
Claro, porque no nos preguntamos casi nunca por nosotros mismos ni por el fondo del ser humano. Todo lo ahoga la inmediatez. Estamos con el móvil, el trabajo, la vida sin respiro, sin disfrutarla, sin tocar la realidad porque todo lo queremos rápido y ya. Eso nos impide tener momentos de reflexión sobre el destino de nuestras vidas, porque estamos pendientes del WhatsApp, que yo por cierto no tengo, sin ser capaces de pensar realmente en nosotros mismos.
Y en esa búsqueda de la verdad ¿qué has encontrado?
Siempre he tenido curiosidad por encontrar el fondo de la vida del hombre y creo que sí he encontrado la verdad, he encontrado a Dios y a la Iglesia. Pero encontrarlo no es el fin, sino el principio, con eso no vale, ahora queda todo por desarrollar. A veces este encuentro lo transformamos en meras normas o en sentimentalismo, pero la realidad es tan grande que no la podemos concebir, nos supera, y aunque escribamos millones de libros, será imposible poderlo describir y conocer en profundidad.
¿Consideras difícil encontrar a Dios?
Yo creo que es muy fácil. Si deseas realmente encontrarlo ya le has encontrado. Es cuestión de quererlo porque Dios ya te está esperando y a poco que le abras la puerta de tu corazón aparece, porque ya lo tienes ahí, está dentro de cada uno de nosotros.
Cuéntanos un poco de tu experiencia en el encuentro con Dios…
En mi caso ha sido una experiencia gradual, no tumbativa. Yo era un cristiano de los que iba a misa y poco más, no estaba conectado al fondo de la fe católica y me di cuenta porque no me sentía bien, sabía que algo fallaba, que aquello no servía de nada en mi vida. Y un día decidí pasar por el confesionario, hacía muchísimo tiempo que no me confesaba porque me daba vergüenza explicar mis pecados a otra persona. Pero me decidí, fui a la Iglesia de La Merced y allí me confesé y volqué todo lo que tenía dentro, el sacerdote me ayudó mucho. Me quedé como si me hubiera quitado un pedrusco de mi vida. Hubo un antes y un después de aquello, en realidad todo fue mucho más sencillo de lo que esperaba.
Y tienes a Dios en cuenta en todo lo que escribes desde entonces…
Sí, he procurado que esté ahí, presente en todas mis obras, pero no pretendo el adoctrinamiento, intento que sean historias con trasfondo, que inviten a la reflexión, para que cada lector pueda hacer sus propios planteamientos personales sobre la vida, su vida y el sentido del ser humano.
Dios también fue escritor…
Ya lo creo. Dios todo lo crea de la palabra. Creó un mundo, sus personajes y les dio vida. Dios ha explicado su obra por escrito, es el escritor de la vida porque la Palabra se hizo carne. Y nosotros, los escritores aspiramos a lo mismo, creamos nuestros personajes y nuestros mundos en las páginas, pero si no se convierten en realidad y se hacen seres vivos, el libro ha fracasado.