La Biblia: la mayor carta de amor jamás escrita

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La extraña relación de muchos católicos con la Biblia

La Iglesia Católica fue la que dio origen a la Biblia. A partir de las Escrituras judías y de la Tradición, de lo que los apóstoles habían vivido con Cristo, de lo que habían discernido, de lo que dejaron en sus cartas, dio orden al conjunto de libros que componen este maravilloso libro de libros, la Biblia.

Es triste, sabiendo esto, que tantas veces se nos acuse a los católicos de no conocer la Biblia, que no deja de ser la Palabra de Dios. Más triste aún es que demasiadas veces esas acusaciones tengan fundamento. Porque, reconozcámoslo, somos más bien pocos los que leemos algún pasaje de la Biblia a diario. Y no digamos cuando se trata de meditar sobre el pasaje y comprender su mensaje.

La mayor carta de amor jamás escrita

Quizá esta situación viene de que no terminamos de ver la Biblia como lo que es, una inmensa carta de amor de Dios hacia cada uno de nosotros.

La Biblia, la mayor carta de amor jamás escrita

Sí, digo bien: hacia cada uno de nosotros. No es un escrito general, dirigido a una masa amorfa de personas, como si fuera un simple libro de texto de historia. Es una carta para ti, para mí, para el papa, para el ateo…

Es una carta que nos lleva desde la manifestación de amor que es la Creación hasta el culmen de ese amor, la victoria definitiva del bien.

Una historia de salvación que nos apela a cada uno. Podemos vernos reflejados en las actitudes del pueblo elegido, Israel, que, a pesar de ver las grandes maravillas que Dios hace por él cada día, lo rechaza una y otra vez para, después de encontrarse con las consecuencias de intentar avanzar sin Dios, volver a Él con el rabo entre las piernas.

Y Dios, cuya misericordia es eterna, siempre le da la bienvenida. No solo eso, sino que envía profetas a recordarles que los está esperando. Que su amor sigue con ellos.

La misericordia de Dios recorre toda la Biblia, incluso a veces de forma machacona. Se repite una y otra vez que es rico en piedad, que es eterna su misericordia.

Porque lo es. Esa es la realidad.

Pero esa misericordia requiere que demos el paso de buscarla con sinceridad. Y eso también se repite de continuo.

Y, con el Nuevo Testamento, llegamos a la clave para comprender todo el Antiguo Testamento, de la misma manera que también el AT da luz al NT. La Palabra se hace carne. Se hace uno de nosotros. Verdadero hombre. Verdadero Dios.

Toma sobre sí el peso de nuestros pecados. De los tuyos. De los míos. Los carga hasta que lo llevan a la cruz. No sin antes ofrecerse a sí mismo como alimento. Como puerta. Como verdad. Como vida.

Como resurrección.

Todos estos elementos se dirigen de forma personal a quien lee con actitud orante la Biblia. Así, el lector descubre un mensaje para él, pero que no se agota, porque la Palabra de Dios está viva. Cada encuentro con ella es nuevo. Porque Él hace nuevas todas las cosas. ¿Cómo no va a ser siempre nuevo el encuentro con la Palabra?

El amor de Dios hacia ti impregna cada versículo de la Biblia. Es tu responsabilidad leerla con detenimiento, consciente de que estás leyendo una carta de Dios.

Conclusión

La lectura de la Palabra de Dios es algo fundamental para el cristiano. Jesús mismo nos dice que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Por eso en mis libros de vida católica le doy tanta importancia a las Escrituras. Porque la tienen.

Tenemos que conocer las Escrituras. Leerlas con frecuencia, meditarlas, orarlas. Dejarnos interpelar por ellas. Y dar gracias y alabar al Señor.

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Jorge Sáez Criado escritor ciencia ficción y fantasía
Seguir Jorge Sáez Criado:

Jorge Sáez Criado tiene una doble vida: unos días escribe sobre espiritualidad y otros hace sufrir a personajes imaginarios que se enfrentan a épicas batallas entre el bien y el mal. Informático durante el día y escritor durante la noche, este padre de familia numerosa escribe historias con una marcada visión positiva de la vida sin dejar de lado una de las principales funciones de la ficción: explorar la verdad.