Hace ya unos años, en una empresa en la que estuve decidieron cambiar el convenio por uno con peores condiciones. Tengo que decir que yo me libré por motivos que no vienen al caso. Digamos que no podían hacerlo.
El caso es que empezaron a comunicar el cambio y, como es lógico, comenzaron los rumores, las charlas y los corrillos. «¡Esto no puede ser!». «¡Siempre hacen lo que les da la gana!».
Incluso hablaban de crear un comité de empresa. No iban a descansar hasta lograrlo.
Al poco, empezaron los comentarios con algo más de sinceridad: «Yo lo que quiero es que alguien dé la cara por mí delante de la empresa».
Por supuesto, los ánimos se fueron enfriando y todo quedó igual, pero con el nuevo convenio.
El malestar era real. Estaba justificado. Pero la fuerza se iba por la boca en lugar de convertirse en acción.
Hay un serio problema cuando, a pesar de que nos damos cuenta de que necesitamos que algo cambie en nuestra vida, esperamos que ese cambio venga por parte de los demás. Si no estamos dispuestos a arriesgar por ese cambio, quizá haya que pensar que, en realidad, no lo queremos.
Sí, por supuesto, el miedo juega un factor fundamental. Pero vuelvo a lo del párrafo anterior: ¿queremos cambiar o no? ¿Preferimos dejarnos pisotear a levantar un poco la cabeza para decir que no, que las cosas no se hacen así?
No podemos esperar un cambio sentados cómodamente mientras nos quejamos. Eso no lleva a nada más que a un autoengaño de victimismo. Porque somos nosotros solitos los que nos atribuimos el papel de víctimas. De pobrecitos oprimidos. Por el jefe, por el tiempo, que no me deja hacer lo que quiero, por la situación…
En vez de buscar excusas, busquemos maneras de avanzar.
Tuvieron la posibilidad de cambio en la mano. Si se hubieran unido, estoy convencido de que habrían podido lograr unas mejores condiciones.
Pero la fuerza se les fue por la boca. Y, al final, se quedó en un derrotista: «Es lo que hay, qué le vamos a hacer».
La pregunta fundamental es si te vas a quedar en tu papel de víctima o si vas a salir de él para buscar ese cambio a mejor que estás deseando.
Yo diría que la mejor opción es la segunda, pero cada uno tiene que hacer su propia elección y asumir las consecuencias.